T2. Capítulo 3

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Segunda Temporada

Segunda Temporada

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Tras amarrarle las muñecas con una cuerda, los hombres de negro arrastraron a Sadie hasta el despacho del jefe, quien se encontraba sentado en su silla con una sonrisa algo peculiar.

―Bienvenida, querida ―habló Jack.

Sadie se mantuvo callada mientras que miraba con asco al que se hizo pasar por su abogado.

―Siento si mis hombres han sido un poco brutos contigo ―soltó una carcajada―. Intentamos tratar bien a todo el mundo.

―¿Acaso esperas que te dé las gracias? ―ironizó Sadie con rabia, lo que provocó una sonrisa en Jack.

―Solo quiero que me digas donde se encuentran tus amigos ―pidió con autoridad.

―Mis padres se van a dar cuenta de que me ha pasado algo raro y te van a denunciar ―le advirtió, ignorando lo anterior.

―Entonces espero que les den recuerdo de mi parte a todos los amigos que tengo en la policía ―vaciló con gracia―. Necesito esa dirección, Sadie ―repitió, pero esta vez con más seriedad.

―Serás estúpido si piensas que te lo diré ―desafió la pelirroja.

―Tarde o temprano acabarás confesándolo.

―¿Ah, sí? ―alzó una ceja.

―Claro ―volvió a sonreír―. ¿Recuerdas a la niña que te delató? Al principio también era desconfiada como tú, pero poco a poco se fue dando cuenta de que esta es su verdadera familia.

―Estás loco ―escupió la pelirroja con asco.

―Ella ahora me lo cuenta todo como todos mis niños ―se encogió de hombros para quitarle importancia al comentario de Sadie―. ¿Y sabes cómo me llaman? Me llaman "padre", porque es como si fueran mis hijos.

―Claro... ―tomó aire para dejar salir a la luz sus pensamientos―. ¿Así era como te llamaba Jaeden antes de escaparse de ti?

Ese comentario puso tenso a Jack, cuyos músculos y mandíbula estaban ahora apretados.

Justo en ese mismo instante, el sonido de una alarma de emergencia sobresaltó a los dos, quienes clavaron su mirada en la puerta. Enseguida un hombre de negro entró en el despacho y le comunicó:

―Padre, se ha escapado.

―¿Qué? ―cuestionó Jack con enfado y se levantó del sillón―. ¡Buscadlo ahora mismo! ―ordenó con un grito fuerte y dio un golpe en la mesa, el cual asustó a la pelirroja.

Mientras que sus secuaces se encargaban de buscar al chico desaparecido, Jack no paraba de maldecir en voz alta y de dar vueltas por el despacho. Sadie era expectante de la frustración del hombre. A la vez intentaba quitarse los guantes para quemar las cuerdas que rodeaban sus muñecas.

Entre chispas (Sadie Sink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora