Capítulo 24

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Durante toda la semana Sadie sintió que Ley la ignoraba, algo que la entristecía. Por tanto, al entrar en el instituto, la agarró de la mano para arrastrarla con ella a la clase de Ciencias.

―¿A ti qué bicho te ha picado, gilipollas? ―cuestionó Ley con enfado.

―Apenas me hablas ―le reprochó y se acercó a ella―. Ni siquiera me miras.

Esos comentarios solo sirvieron para hacer reír a Ley.

―Y ahora quieras o no me vas a escuchar ―Sadie dijo con tono firme.

―Lo que tu digas ―murmuró Ley e intentó irse de la clase, pero Sadie se colocó delante de ella.

―Joder, Ley, escúchame, por favor ―dijo con angustia.

―Bien, dime ―respondió con cansancio.

―Besé a Noah ―anunció y una sonrisa se asomó en su cara.

―Enhorabuena ―susurró entre dientes.

―¿Sabes por qué lo hice?

―Quizá porque te gusta ―respondió con desinterés, aunque por dentro se estuviera muriendo de celos―. ¿Y a mí qué me cuentas? No soy tu hermanita del alma que escucha tus historias de amor, ni mucho menos con ese chico.

―Fue gracias a ti ―confesó Sadie, confundiendo a Ley―. Me dijiste que para controlar tenía que pensar en algo que me hiciera feliz y... eso hice. Por eso, cuando lo toqué, no le hice daño y pude besarlo sin electrocutarlo.

Ley se mantuvo callada con la mandíbula apretada. Ella no podía reclamar nada, pues había besado a su vecina días antes.

―¿Sabes cuál fue mi pensamiento?

―Ni lo sé ni me importa. No me hace falta saber por qué besaste a ese chico ―arrugó la cara con repulsión―. De tan solo pensarlo me dan arcadas.

―¿Qué te pasa conmigo? ―preguntó, pillando desprevenida a Ley.

―¿A mí? Nada ―masculló y apartó la mirada.

Sadie se acercó a ella para girar su rostro con un dedo y mirarla a los ojos.

―Llevas toda la semana ignorándome y evitándome ―susurró la pelirroja con tristeza―.  Y ahora ni siquiera puedes mirarme.

―Tonterías ―resopló la castaña―. Tengo que hacer cosas, por lo que si me permites, debo irme.

Ley echó a un lado a Sadie y caminó a la puerta de la clase.

―Pero, Ley... ―sus palabras detuvieron a la castaña en la puerta―. Mi pensamiento fue... ―dejó de hablar porque la castaña se marchó de la clase tras rodar los ojos―. Pensé en ti... ―susurró aunque Ley ya no la escuchara.

Entre chispas (Sadie Sink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora