Capítulo 19

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Al día siguiente, Ley abrió sus ojos tras notar el sol resplandeciente entrar por la ventana de su habitación. Refunfuñó al percatarse de que Jaeden no había bajado la persiana anoche y se levantó para provocar la oscuridad en su habitación. En cambio, cuando ya lo hizo, vio su reloj y se maldijo. Ya mismo era hora de prepararse para el instituto.

Prefirió no volver a acostarse para poder espabilarse y se dirigió al baño. Sin embargo, antes de ello se topó con la habitación de Millie y Sadie, cuya puerta estaba encajada. Se asomó un poco para ver si las chicas se encontraban bien y sus ojos se pararon en la pelirroja, quien estaba completamente destapada.

Sin pensárselo mucho, se adentró en la habitación y se hizo invisible para que las chicas no la pillaran. Miró a Sadie y sonrió, aunque su intención no era acosarla de esa forma, sino taparla con las sábanas y la corcha e irse de nuevo.

Una vez que Ley cruzó la puerta, Sadie abrió sus ojos y frunció el ceño al verse tapada. Incluso ella juraría haber sentido que alguien le ponía la colcha encima. Levantó un poco su torso y observó la habitación. Sus ojos buscaban a Ley, pero no veía ningún movimiento. Su sonrisa apareció cuando contempló su figura a través de la raja de la puerta entreabierta. La castaña se estaba dirigiendo al baño.

La pelirroja aún tenía bastante sueño y se acurrucó en la cama para seguir durmiendo. Mas enseguida se acordó de una cosa y se levantó rápidamente de la cama. Sin hacer mucho ruido, salió de la habitación y bajó a la cocina, donde se encontraba el periódico diario. Lo agarró y se sentó para poder inspeccionarlo con atención.

Justo en ese momento, Madelaine entró en la cocina también y pilló a la pelirroja.

―Buenos días ―habló con alegría la pelirroja mayor. Sadie le sonrió como respuesta―. ¿En serio te levantas tan temprano para mirar las noticias de ayer?

―Eh... Exactamente eso no estaba mirando ―respondió con una mueca.

―No hay nada, Sadie ―le hizo saber mientras que se echaba un café de la cafetera―. Todas las mañanas, antes de que se despertéis, miro todos los periódicos para ver si hay alguna noticia sobre ti, sobre Millie o incluso sobre Edgar. Pero... No hay nada ―caminó hasta la mesa para sentarse junto a la menor― Eso quiere decir que tus padres creyeron la carta que le enviaste y por eso no han ido a la policía.

―Es que... Yo me acuerdo todos los días de ellos y no sé si ellos se acuerdan de mí ―murmuró con tristeza y sus ojos empezaron a aguarse―. Por eso intento buscar todos los días en el periódico. No puedo evitar pensar que quizá se hayan olvidado un poco de mí...

―Sadie... Yo no creo que tu familia se haya olvidado de ti... Eso es imposible, cariño ―intentó animarla―. Te puedo asegurar que tu madre piensa en ti cada día. No sabes lo que es llevar a alguien dentro de ti durante meses, sostenerle entre sus brazos y que su vida dependa de ti... Una madre nunca se olvida de su hija ―la tomó de la mano para mostrarle más apoyó, algo que hizo sonreír a Sadie en mitad de las lágrimas.

Entre chispas (Sadie Sink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora