Capítulo 20

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Un día más para la familia Castle y una nueva experiencia para su extraña vida. Por la mañana, a Madelaine le tocó la mala suerte de tener que acudir a la reunión de padres del instituto. Se encontraba sentada en una silla mientras escuchaba a Camila hablar, aunque en realidad no estaba prestando atención por la falta de sueño que tenía. La pelirroja se dedicaba a bostezar, algo que llamó la atención de la pelinegra.

―Madelaine ―la llamó, captando su atención―. Hay un problema con las cuotas del mes pasado.

―Eso es imposible ―negó con la cabeza―. Yo las pagué.

―Ya..., pero el banco las han devuelto. Dicen que es por falta de dinero.

―Seguramente el banco se ha equivocado ―quiso salir de ese agujero.

―Claro, o se lo ha gastado todo en alcohol para las fiestas ―le susurró una madre a otra, pero Madelaine se enteró.

―¿Perdón? ―cuestionó la pelirroja con actitud desafiante―. ¿De qué estás hablando? ¿Qué fiestas?

―Las que montas con tu suegra ―dijo Camila con tono burlón―. David dice que le dejaste sin reservas en la tienda.

―No sé de qué me hablas ―frunció el ceño.

―¿Quién no se toma una copa de vez en cuando? ―preguntó Camila a las demás madres, ignorando a la pelirroja.

―Yo ―respondió Madelaine―. Yo no bebo.

―Eso no es lo que me dijo a mí cuando vino a mi despacho a recoger las botellas ―respondió el director del instituto. Madelaine lo miró con más confusión―, esas mismas que le tuve que confiscar a su sobrino.

―Eso no ha pasado.

―¿Me está llamando a mí mentiroso, señora? ―cuestionó el hombre.

―Disculpe, pero no recuerdo eso ―murmuró la pelirroja con incertidumbre.

―Es normal ―intervino Camila―. La memoria y el whisky no se llevan bien.

―Le puedo asegurar que era usted ―volvió a hablar el director―. A no ser que tengas una hermana gemela.

Madelaine estaba alucinando en todos los idiomas que conocía. Nada más terminar la reunión, salió corriendo a casa para buscar explicaciones. Allí se encontró a todos desayunando en la cocina y a Vanessa de pie limpiándose las manos.

―Buenas, Madelaine, ¿quieres algo de desayunar? ―ofreció la pelirrosa.

―Un whisky ―respondió con enfado y mirando a Jaeden, quien tragó saliva.

―Yo me apunto ―Ley levantó la mano.

―¿No lo sabías? ―preguntó Madelaine a Vanessa, pero esta negó con la cabeza―. Es que ahora soy una borracha que compra botellas de alcohol a cada instante.

Entre chispas (Sadie Sink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora