Capítulo 28

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A los adolescentes les costó poder despertarse. Era como si no hubieran dormido nada y el sueño siguiera en sus cuerpos.

Vanessa se asomó al pasillo tras arreglarse y se percató de la actitud adormilada de los adolescentes, quienes aún estaban en pijama.

―Pero... ¿se puede saber por qué no estáis ya arreglados? ―cuestionó la pelirrosa―. Venga, vamos, que vais tarde.

Sadie suspiró y se dio media vuelta para regresar a su habitación, pero Jaeden la detuvo.

―¿Sabes dónde está Ley? ―preguntó el castaño―. No ha dormido en su cama.

La pelirroja se asomó a la habitación de Jaeden y vio la cama de Ley sin deshacer. Un nudo se creó en su garganta al imaginarse el porqué.

Vanessa escuchó a Jaeden y frunció el ceño. Rápidamente bajó las escaleras y empezó a llamar a Ley, aunque se calló al encontrarse a una Madelaine triste sentada en el sofá del salón.

―Hay algo que no me concuerda, Vanessa ―murmuró la pelirroja mayor sin mirarla.

―Madelaine... ―suspiró y se sentó junto a ella―. Te has citado con un hombre que no conoces de nada para conseguir una pista sobre tu hija. Obviamente eso no iba a funcionar.

―¿Y si fue una trampa? ―la miró―. ¿Tú abriste las puertas del armario de la entrada anoche? ―preguntó, a lo que Vanessa negó―. Anoche esas puertas estaban abiertas... ¿Y si alguien entró en la casa cuando nosotras estábamos afuera?

Vanessa se quedó un poco en blanco con la nueva información.

―Mamá... ―llegó Finn al lado de ambas mujeres―. ¿Me puedo quedar hoy en casa? Me duele mucho la cabeza.

―Seguro que ya mismo se te pasa, cariño ―lo animó―. ¿Podrías llevar a los chicos a clase, Mad? Así de mientras voy yo a la farmacia a comprar medicinas.

De repente, la puerta de la casa se abrió, llamando la atención de las mujeres, quienes se levantaron del sofá y se acercaron a la entrada, pero no había nadie.

Vanessa rodó los ojos al pensar en Ley y empezó a dar manotazos al aire para encontrarla. La castaña rio para sus adentros por las intenciones de la pelirrosa, aunque no se esperaba que realmente le diera un golpe en la cabeza.

―¡Hey! ¿Qué haces? ―refunfuñó Ley tras hacerse visible y colocándose la mano en el cráneo.

―¿De dónde vienes, señorita? ―interrogó Vanessa―. ¿Dónde dormiste anoche?

―En casa de los vecinos ―se encogió de hombros y, cuando vio a Sadie bajar las escaleras, se dirigió a la cocina para huir de su mirada―. Fui a estudiar con Olivia y se me hizo tarde.

―Ley... ―la pelirrosa se acercó a ella―. Yo entiendo que estás en una edad en la que tienes mucha curiosidad por... ―giró su cabeza y vio que todos los presentes, incluso los adolescentes pequeños, estaban en la cocina y, sobre todo, atentos a la conversación―. Por los estudios...

Entre chispas (Sadie Sink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora