Capítulo 17

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El lugar estaba completamente silencioso. Estaba solamente iluminado por unas antorchas que colgaban de las paredes o algunas velas en las manos de los hombres dentro de la habitación circular hecha de piedra.

Todos portaban túnicas negras y los rostros tapados con máscaras del mismo color. Sus labios y ojos era lo único que podía verse en sus rostros, siquiera el color de cabello, estaban perfectamente cubiertos para no ser identificados. Escucharon una fuerte puerta rechinar y no pasó mucho hasta que otras dos personas aparecieran jalando a una chica que gritaba y lloriqueaba en descontrol.

Aventaron su cuerpo desnudo al centro del pentagrama y otros dos se acercaron a ella para atarla de las manos fuertemente, atándola en la silla en el centro del pentagrama y cubriendo su boca igualmente con una soga. Regresó la vista al frente viendo a otro hombre pasearse por el pasillo, apagando las velas detrás de él, dejando su túnica roja a la luz hasta que llegó a la puerta.

— ¡HAIL SATÁN! — Gritaron las cincuenta personas dentro antes de inclinarse frente al hombre.

Sus azules y gélidos ojos recorrieron la habitación y finalmente depositó la vista en la chica frente a él. Esbozó una sucia sonrisa y lentamente se acercó a ella hasta levantar su barbilla con fuerza para verla fijamente a los ojos.

— ¿Cómo te llamas? — Preguntó firmemente.

— Alicia... — Susurró. — Alicia Bernet.

— Un muy lindo nombre. — El hombre de túnica roja sobó su mejilla y la soltó. — Puedes decirme Jimin, pequeña.

La chica observó al hombre reincorporarse y acercarse a otro y extender su mano. El hombre metió su mano en la túnica y sacó un cuchillo de plata que le extendió. Jimin sonrió y lo cogió antes de volverse a acercarse a la chica.

— Acuéstenla. — Ordenó.

— ¡NO POR FAVOR! — Suplicó la chica. — ¡POR FAVOR!

Las personas cubiertas la zafaron de la silla y con una enorme fuerza lograron acostarla boca arriba, estirando sus extremidades lo máximo que podían y encadenándola. Jimin se acercó a ella con una sonrisa y pasó sus dedos por su abdomen causando que la chica se contrajera.

— Para ser prostituta no luces tan demacrada. — Jimin rió secamente. — ¿Cuántos años tienes, cariño?

— Diecinueve... — Susurró ella temblando.

— ¿Cuánto tiempo llevas en esto? — Siguió preguntando Jimin zafando su túnica lentamente.

— D-diez años. — Susurró ella con lágrimas en los ojos.

— No, no. — Jimin suavizó su voz. — No llores, pequeña.

Observó a los hombres detrás de él que se mantenían inmóviles. Jimin asintió.

— Tráiganla. — Ordenó.

Los hombres abrieron una puerta detrás de ellos y un asqueroso olor se desató por la habitación. El cuerpo de otra chica cayó bruscamente al suelo, completamente putrefacta y maloliente. La muerte la había envuelto totalmente dejando un rostro casi irreconocible, pero Jimin sabía quién era.

— Te presento a Alexandra. — Jimin le sonrió a la chica. — Ella tenía la misma edad que tú y hasta comienzan con el mismo nombre, ¿no es lindo?

Alicia negaba con la cabeza llorando, Jimin negó con la cabeza.

— No-no-no. — Calló el chico suavemente. — Sé que no la quieres aquí pero es muy importante que esté presente.

— Por favor... — Suplicó cada vez llorando más alto. — ¿Qué va a hacerme?

Jimin soltó una siniestra sonrisa y finalmente depositó su túnica en el suelo mostrando su desnudez y se acercó a la chica.

LEVIATHAN - yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora