Roma, Italia.
Viernes, 18:56 pm.
Min Yoongi había mandado finalmente las pruebas a un laboratorio para que fueran analizadas. Aquella sustancia extraña que vomitaba el joven Jungkook era todo un enigma para él. No comprendía qué era, solo debía esperar resultados.
Se encontraba caminando tranquilamente por las calles, buscando qué cenar. Cruzó con varias personas hasta que finalmente entró a un restaurante que se llamaba Migati, que lucía bastante bello por fuera, así que ingresó. Una atractiva chica lo llevó a su mesa, que fue junto a una ventana con una rosa en el centro. Yoongi agradeció y tomó la carta.
Observó de reojo a una pareja sentarse junto a él y comenzar a platicar alegremente. Yoongi pensaba en qué pedir, pero aquella pareja comenzó a tener una extraña conversación que inmediatamente captó su atención.
—Quiero que hagamos un brindis —habló la chica en voz baja—. Porque desde esta noche nuestros problemas se esfumarán.
—Te amo —el chico le dio un beso—. Brindaré contigo, por nuestro hijo y salud.
Yoongi hasta ahí veía todo normal, levantando la mirada y observándolos con algo de disimulo. Ambos se tomaron de la mano con una sonrisa y la chica llevó la mano a su barriga con una sonrisa, el hombre besó su mano. Yoongi suspiró y volvió a la carta, pero lo que vino después fue lo que le hizo volver a levantar la mirada y sentir algo frío recorrerlo.
—Dicen que es el mejor brujo de la ciudad —habló en voz más baja la mujer—. Él logrará que vuelva a ser fértil, si liberó a la chica del cáncer, esto será pan comido.
—¿Tienes la dirección? —preguntó el hombre—. Nos citó mañana a las once de la noche.
—La tengo en mi bolsa —la mujer suspiró—. Estoy eternamente agradecida.
Yoongi alzó una ceja y vio a la pareja nuevamente, quienes estaban tan metidos en ellos que no se percataron en que él los veía fijamente.
—Amor —comenzó de nuevo el hombre—. Si te soy sincero, me preocupa el precio.
—No pienses en eso ahora, cualquier sacrificio valdrá nuestro hijo.
—Lo sé, pero...
—Baja la voz, pueden escucharnos.
Comenzaron a murmurar y el joven ya no pudo escuchar nada. Soltó un suspiro y esperó a que la mesera se acercara y pidió. Sin embargo aún pensaba, pero nada hablaba de un brujo en Roma, Italia que hubiera liberado a una joven del cáncer. Hizo una mueca pensando en que al final todo se podía tratar de una mala broma o falsa creencia. Básicamente, una farsa.
Ignoró a la pareja que seguía hablando bastante animada y se dedicó a pensar en su verdadero objetivo: Jungkook. Debía ir a revisarlo nuevamente el domingo, que se cumpliría una semana desde la última vez que lo fue a ver. Esperaba verlo mejor, aunque siendo sincero, lo dudaba mucho.
La cuenta llegó poco después, Yoongi pagó todo y salió del restaurante para dirigirse a la habitación rentada en la que se había hospedado. Caminó nuevamente por las húmedas calles Italianas, observando la arquitectura y las bellas luces que iluminaban todo. Cruzó avenidas y finalmente se desvió a unos callejones para llegar más rápido. Sus pasos resonaban por el vacío callejón, haciendo sonar también los pequeños charcos formados al ser golpeados con sus zapatos.
—Apúrate, escucho a alguien. —susurró alguien en la lejanía.
Yoongi se detuvo en seco, buscando de dónde podía venir esa voz. Avanzó más lento hasta llegar a la esquina, pero se hizo bruscamente hacia atrás al ver a dos chicos haciendo algún tipo de grafiti en las paredes. Se escondió detrás de ella para verlos sin que se percataran de que los observaba. Uno tenía un aerosol a la mano mientras que el segundo veía de izquierda a derecha.
—Ya apúrate. —volvió a presionar.
El del aerosol se movió un poco más hasta que finalmente se separó. Golpeó su brazo y ambos salieron corriendo por un tercer callejón a su izquierda. Yoongi escuchó sus pisadas alejarse, y cuando el sonido cesó, salió de su escondite para seguir su camino. Avanzó un poco, deteniéndose frente al graffiti y frunciendo el ceño al verlo.
Era un rostro, más bien, una capucha ocultando un rostro. Yoongi se alejó dos pasos para verlo a más detalle. La pintura era roja, entonces se podía apreciar más en la noche y bajo la luz de la luna. Era una cara solamente, oculta por una capucha y solamente sus labios aparecían, unos carnosos y gruesos labios formando una vil sonrisa.
"God" se leía en letras bastante toscas y agresivas en la parte inferior.
Yoongi sacó su teléfono y le sacó tres fotos, no supo porqué, solamente quiso hacerlo. Todas con flash, para apreciar el graffiti. Se mantuvo un rato en silencio, preguntándose si aquel grafiti podía estar representando al famoso "brujo" del que todos hablaban. Yoongi no dudaba que existiera, pero si dudaba lo que podía hacer, nada era posible a base de magia, no era lógico para él.
Guardó su teléfono después de unos minutos en silencio y siguió su camino, no sin antes sentir un escalofrío en su espalda que le hizo voltear detrás de él. Negó con la cabeza y siguió caminando, ignorando la terrible sensación de ser observado.
Llegó al cuarto rentado poco tiempo después. Depositó sus cosas en la entrada y soltó un suspiro de cansancio, se dirigió después al baño para despojarse de su ropa hasta desnudarse. Abrió la llave de la regadera para darse una buena ducha y quitar todo el estrés que comenzaba a consumirlo. Colocó la toalla en la puerta y entró una vez que sintió el agua caliente.
Sintió las gotas deslizándose por su piel, soltó un suspiro de cansancio y cerró sus ojos. Se pasó la mano por la cara para quitarse las gotas que le molestaban y cogió el shampoo para comenzar a tallar su cuero cabelludo. La espuma se deslizaba por sus brazos y caía en suelo de la regadera, formando pequeñas bolitas esponjosas que se le hicieron algo tiernas a Yoongi.
Siguió lavándose perfectamente hasta que finalmente se sintió nuevamente limpio. Cerró la llave y dirigió su mano a la puerta para coger su toalla pero no la sintió. Volteó a su derecha y alzó una ceja al ver que su toalla no estaba.
—¿Dónde quedaste? —murmuró en voz baja.
Abrió la puerta de la regadera y frunció su nariz al ver que todo estaba lleno de excesivo humo, él había dejado la puerta abierta, pero ahora se hallaba cerrada. Abrió la puerta para refrescar el baño y al voltearse vio la toalla en el lavamanos.
—Oh, aquí estás. —la agarró y la enrolló en su cintura mientras pasaba su mano por el espejo frente a él para retirar el vapor.
Talló con su mano hasta que finalmente pudo verse en el reflejo. Se mantuvo la vista unos segundos con la ceja ligeramente alzada y cogió otra toalla para comenzar a secarse el cabello sin apartar la mirada del cristal. Siguió frotándose hasta que secó su cabello perfectamente y finalmente se hizo para atrás, dejando la toalla extendida.
Volvió a ver el espejo y se acercó con los ojos entrecerrados. Con la yema de su dedo rozó la esquina que tenía una grieta. La rozó repetidas veces preguntándose como nunca antes la había visto.
—Deberías dormir. —se habló a sí mismo mientras se alejaba y salía del baño apagando la luz.
Ingresó nuevamente a la recámara y se quitó la toalla para ponerse su pijama. Después la extendió y se acercó a la cama para finalmente descansar un poco. Observó su teléfono para verificar sus notificaciones o mensajes pero la red casi no llegaba y fallaba bastante.
Soltó un suspiro cansado y dejó el teléfono junto a él, conectándolo al cargador y prendió la pequeña lámpara junto a él para apagar las otras. Observó la puerta del baño que seguía abierta y por alguna extraña razón no le daba buena espina.
Se levantó nuevamente y fue a cerrarla, sintiéndose más tranquilo cuando dejó de ver el oscuro interior. Suspiró de nuevo y se dirigió nuevamente a la cama, metiéndose en las sábanas y finalmente apagando la luz, dejándolo en la oscuridad total.
Y gracias a Dios hizo eso.
Si no hubiera cerrado la puerta del baño, quizás hubiera huido de aquella habitación ya que en la profunda oscuridad de la pequeña pieza, la silueta de una mujer se hizo presente en el reflejo del espejo.
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LEVIATHAN - yoonmin
Fanfic❝ Donde Park Jimin era un satánico, producto del mal y príncipe del infierno... y Min Yoongi un ateo y anhelo más grande del hijo del Diablo.❞