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         A veces las personas tienen sueños cuando están despiertos, imaginan momentos emocionantes que serían capaces de detenerles el corazón y más aún si se trata de algo que han esperado por mucho tiempo con tantas ansias. Yunhyeong no era la excepción, no se mentiría a sí mismo convenciéndose de que nunca quiso besar a Donghyuk o que existiese alguna declaración de amor o que siquiera por algún momento su antiguo mejor amigo le regalara una de esas miradas de las que todos hablan cuando dos personas conectan. Pero cuando ocurrió lo primero no supo exactamente cómo eso afectaría su mente. 


         Para empezar, nunca había besado a un hombre y mucho menos a su mejor amigo de la infancia, el impacto de descubrir lo que parecía una confesión de amor de cuando eran niños todavía lo estaba sacudiendo con demasiadas fuerzas como para enfrentarse a las acciones del rubio y a las consecuencias que eso podría tener en sus emociones y en su entorno. 


        Por supuesto que sería hipócrita si dijera que no lo había disfrutado, lo hizo y la sensación cálida de los labios delgados del menor permanecían en su boca, sus respiraciones aceleradas, las manos de Donghyuk sosteniéndolo y la forma en la que sus cuerpos se aprisionaron. Lo gratificante y preocupante de todo era que no solo fue un beso, cuando trató de separarse y decidió irse, Donghyuk volvió a besarlo y lo hizo por una tercera vez después de disculparse por sus impulsos. Yunhyeong ya no sabía si era correcto disfrutarlo o no, se sentía mal pero también quería mas.


           Esa noche, cuando sintió las manos contrarias intentando deshacerse de los botones de su camisa, el remordimiento golpeó a Yunhyeong con tanta fuerza que terminó escapando de la casa de su amigo, rumbo a los dormitorios universitarios, pero la mala suerte lo persiguió al recordar que a esa hora estarían cerrados y que el último taxi que estaba dispuesto a llevarlo no iba a esperar por él si se daba la tarea a suplicar porque lo dejaran entrar al edificio. Por ello, terminó dirigiéndose al local de su trabajo, tenía unas llaves de repuesto y dormir sentado sobre el mostrador no parecía tan mala idea, sobretodo si necesitaba tiempo para derrumbarse en lágrimas de confusión. 


           Pero lo que nunca se esperó era encontrarse rodeado de tres personas al despertar, y cada uno de ellos dándole sermones mientras que él intentaba aliviar el dolor de cabeza y el golpe que se dio en la frente contra la  caja de cobranzas cuando Jinhwan intentó despertarlo casi a patadas. Por suerte el local aun no estaba abierto y aunque lo matarían por usar las llaves laborales para su beneficio propio, estaba casi seguro que su estado deteriorado les haría sentir compasión a los recién llegados. Pero por supuesto, no funcionó, al menos no con el más odioso de los muchachos.



—No me interesa. Hay bancas en la calle, hay un gran suelo de asfalto y muchos árboles. —Jinhwan plantó una taza de café extremadamente caliente sobre la barra. Yunhyeong se preguntaba cómo alguien de rostro tan adorable era tan amargado y bebía café negro a 400 grados de calor, siendo exagerado.  —Este local no es para que vengan vagabundos a dormir.

—¡YAH! No seas así con él, ya te dijo que no pudo entrar a los dormitorios, ya tú pasaste por eso. —Reclamó Yoon soltando un suspiro antes de colocar las manos en su cintura. —Por suerte Jinhwan se dio cuenta de que estabas aquí, así ningún cliente tiene que ver a un chico babeándose en la encimera.

—Perdón, no tenía a donde ir. —Yunhyeong tenía la mirada agachada. No era capaz de mirar a los ojos a ninguno de los presentes. Se sentía avergonzado y el rubor de sus mejillas eran la prueba de eso. —Trabajaré este fin de semana para compensarlo.

Paper Rings | YunDongWhere stories live. Discover now