1- La luna, mi más fiel acompañante.

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Siempre sentí una enorme fascinación por la luna.

Recuerdo que de pequeña me quedaba ensimismada admirándola, simplemente apreciando lo bella que era, mientras caminaba por las aceras, imaginando que me seguía.

Pasé muchas noches así, y debo admitir que hoy en día sigo perdiéndome en la belleza abismal de algo tan simple como la luna, que, a pesar de encontrarse en medio del cielo oscuro, con varias estrellas brillando a su alrededor, sigue siendo la más bonita por su brillo inusual y tan característico.

No es un secreto que en ella encontraba, encuentro y sé que siempre encontraré un lugar seguro debajo del cual podré descansar, sin ninguna otra preocupación más que lo encantadora que se ve, ahí, sin más.

Luego de haber dado mi percepción respecto a este maravilloso satélite, sé que pueden apreciar fácilmente mi devoción por ella.

Ahora les contaré algo: Siempre soñé con encontrar a alguien de una forma mágica y casual, que aprecie de la misma manera en que yo lo hago con la luna, porque la calma que siento cuando la veo no puede compararse a nada que haya sentido con anterioridad. Por esto mismo, no es una sorpresa que les haga saber que encuentro una necesidad el tener a alguien que me vea con el mismo afecto y admiración, pero, siendo testigo de la comodidad que se puede encontrar en algo tan simple como la soledad, también sé que puedo hallar esa admiración y afecto en mí misma, sin tener que buscarlo en alguien más.

A solas con la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora