Ya no me produce nada verte con otra persona.
Admito que me desconcierta mucho admitir esto, porque hace tres años ni siquiera podía concebir la idea de estar alejada de ti. Hace tres años, no podía ni siquiera respirar por la cantidad de lágrimas que caían por mis mejillas y el nudo que se formaba en mi garganta a causa de mi vulnerabilidad. Hace tres años, el estar apartada de ti era un pensamiento que no podía siquiera cruzar por mi cabeza siquiera, porque cuando lo hacía, toda mi estabilidad se iba a la basura en un par de segundos.
Pero ahora que pasaron un par de meses desde que decidimos alejarnos y cortar la comunicación por nuestro bien, pienso que lo único que me ataba a ti era la costumbre, y el amor que tantas veces juré que iba a sentir por ti por el resto de la eternidad.
No malinterpretes mis palabras; no me arrepiento de haber sentido lo que sentí, porque fui feliz. Fui feliz en cada una de las noches en las que te quedabas hablándome hasta pasadas las cinco de la madrugada, reconfortándome y haciéndome saber que estabas allí. Fui feliz estando entre tus brazos, sintiendo tus labios impactar contra los míos, y tus dedos acariciando mi cabello, como si quisieras fundir tu ser con el mío, para que así no fuéramos aprendices del olvido.
Fui feliz a tu lado, sí. Pero también destaco que, a pesar de haberme hecho sentir bien en un sinfín de ocasiones, también hiciste que mi paz mental se desmoronara con cada una de las actitudes horribles que tenías respecto a mí. Porque dejando a un lado todo lo bello que pasamos, también me hiciste sentir mal. Por ejemplo las veces en las que te desaparecías sin darme una razón, o las veces en las que me mandabas a callar, únicamente porque decías que te estaba haciendo enojar, y que no servía para nada más.
Me hiciste sentir miserable una y otra vez, y siempre querías compensar eso con actitudes "sanas", pero, ¿qué tan sana podría ser una caricia detrás de un golpe?
Y ahora que estoy con otra persona y que tú también lo estás, mi ser por fin se siente en paz. Siento como si hubiera dejado todo a un lado, pero a veces me siento sofocada, sofocada porque me da miedo no ser suficiente por las veces en las que me hiciste sufrir, dejándome traumas que no sé cómo sanar porque me enseñaste a romperme, pero no a repararme.
Me quedo con todo lo lindo porque son cosas que no puedo eliminar de mi cabeza, pero eso no significa que deba volver a quererte, me sería simplemente imposible hacerlo y volver a ti, porque ya no siento nada, nada más que el cariño que irremediablemente me quedó hacia ti por lo bien que la pasamos hace años, por lo mucho que aprendí estando a tu lado, y porque me enseñaste cómo no quiero que me quieran, y cómo no quiero tratar a las personas que digo amar.
Pero, ¿sabes lo que me gusta más de todo esto? Que por fin me liberé de ti. Que ya no estoy atada a tu sombra, ya no tengo porqué quedarme a tu lado y volver una y otra vez porque digo sentir cosas enormes por ti, cuando lo único que me hacía volver, en realidad, era lo acostumbrada que estaba a que me trataras tan mal.
Ahora entendí que nada duele para siempre, que quien te quiere no te deja a un lado ni te ignora, y que no puedes perdonar un golpe, ¿sabes por qué? Porque luego de un golpe, siempre viene otro.
Tu presencia en mi vida ahora es prescindible, porque no te necesito para ser libre, no te necesito para sentirme de esa manera y para volver a amar sanamente.
Y aunque me quedan un millón de miedos e inseguridades por sanar por permitirte entrar y enseñarme tu definición de amar, me quedo tranquila, porque al menos ya puedo volver a confiar en alguien más.
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A solas con la luna
PoetrySimplemente un conjunto de relatos y poemas provenientes de mis pensamientos y de mis noches en vela producidas por el insomnio.