A solas con la luna

7- Perdón.

Él dijo "perdóname por lastimarte de nuevo".
Me quedé paralizada en el instante en que él mencionó aquello, y un pedazo de mi alma simplemente se deterioró hasta dejar de existir. Sentí como mi corazón se apretaba, como mi respiración se entrecortaba hasta reducir todo a una persona con temblores constantes y millones de nudos en la garganta.

¿Podría un perdón alguna vez arreglar todo? ¿Un perdón eliminaría todas aquellas cosas que fueron hechas de manera errónea? ¿Eliminaría la sensación de malestar que se asentaba en mi estómago cada que él me mentía o hacía alguna cosa para dañarme, aunque, según él, fuera de manera inconsciente?

De repente, volví al pasado por algunos segundos. Recordé todas y cada una de las veces que me recosté en mi cama casi sin poder respirar por las lágrimas que habían amenazado con salir horas atrás, y en ese momento estaban desbordando mi ser. Volví a todas las veces que me rompí en pedazos para ver si alguno de esas piezas encajaba en una minúscula parte de la vida de aquella persona que en el pasado me había jurado que me iba a amar y a cuidar, arriesgando todo para procurar mi bienestar. Recordé todas aquellas promesas que fueron rotas de forma intencional o no, desde la que hizo en el momento en que dijo amarme, hasta la última que hizo respecto a no volver a lastimarme.

Y de la nada, quise simplemente poder olvidar, volver al momento en que comencé a sentir aquellas malditas mariposas en el estómago de las que tanto me habían hablado durante mi adolescencia, y eliminarlas una por una hasta que ya no quedaran más, hasta verlo como una pieza de mi vida, sí, pero no una pieza fundamental.

Un perdón no va a arreglar ni la mitad de las cosas que tan poco te costó destrozar. No va a volver el tiempo atrás ni hacer que esas cosas ya no existan. Y, lo más importante, es que un simple perdón no va a hacer que yo pueda superar y seguir adelante, a tu lado. Mucho menos cuando este no fue sincero.