9- Musas y personas.

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"A este hombre le quiero besar la tristeza y el miedo para ver si entiende que lo quiero por lo que es, y no por lo que pueda esperar de él".
                                             -Elena Poe.

Aquel chico tenía unos ojos tan bellos y enigmáticos, que me recordaban a todas aquellas melodías provenientes de un piano que alguna vez escuché.

Que él te tocara se sentía como arder en el infierno a sabiendas de que lo estabas haciendo, sin arrepentimientos, sin dudas, simplemente dejándote llevar. Un simple roce de sus dedos sobre tu piel podía hacerte sentir como si estuvieses en el mismísimo cielo, a la espera de que las puertas se abrieran para así entrar. Y eso sucedería si sus labios impactaran contra los tuyos, pero eso ya sería más una perdición, y te puedo asegurar que luego de que eso se diera, ya no encontrarías salvación.

Sus ágiles dedos se deslizaban a través del lápiz que sostenía entre ellos, mientras iba escribiendo la letra de una canción que próximamente me cantaría, únicamente para saber mi opinión. Su mirada perdida en aquella hoja de papel mientras millones de ideas se paseaban por su mente, danzando y haciendo que él no prestara atención a nada más que a ellas, únicamente me motivaba a quedarme inmersa en él, perdiéndome en el mar de sensaciones que me producía.

Hace algún tiempo, él había mencionado que jamás amaría a nadie tanto como me amaba a mí. Y sí, le creía. Le creía porque me había convertido en su musa para todas y cada una de las cosas que había escrito en aquellos últimos días. Le creía porque veía el brillo en su mirada cada vez que me admiraba. Le creía porque, cada vez que estaba entre sus brazos, me hacía sentir en casa, y dudo que eso sea algo que puedas sentir con alguien que no te ama. A su vez estaba totalmente segura de que también lo amaba, pero era aún más que eso, era como si él se hubiera instalado hasta en lo más profundo de mi ser, y fuera haciendo agujeros para profundizar más y más, si eso era posible. Se había instalado en mi alma, había hecho que lo amara con todo lo que era, y, extrañamente, me sentía segura haciéndolo.

Él se había convertido en aquella persona sobre la que siempre escribía, cosa que es demostrada con este texto también. Se había convertido en la única persona en la que pensaba al despertar, y la última en la que pensaba antes de dormir, aunque mi forma favorita de hacer esto último fuera entre sus brazos, mientras él me observaba hacerlo. Y sí, soy totalmente consciente de que existe una fina línea entre lo que es el amor y lo que es la obsesión, pero hubiera arriesgado cualquier cosa con tal de que sus labios rozaran los míos una última vez, por un período de tiempo indefinido, haciéndome sentir una enorme cantidad de sensaciones.

Entonces, él siempre estaría vivo para mí, su persona jamás se difuminaría hasta el olvido mientras lo que yo escribiera sobre él existiera. Y yo siempre pertenecería a algún lugar mientras él se encontrase sobre la faz de la tierra.

A solas con la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora