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Messi aun se encontraba solo, se había decidido a no invitar a Neymar, de igual forma, Ochoa llegaría el lunes, y se trataba del día viernes. Recostado sobre su cama, alzando el rostro para tener la mirada fija en el televisor, sin parar de comer la frutilla que estaba en el refrigerador, eran al rededor de las 7:00 p.m. ya era de noche y empezaba a llover con gran fuerza.

Mantenía su vista en la televisión, hasta que escucho la puerta abrirse un fuerte golpe que había caído en seco, se alerto y de bajo de la cama para ir corriendo a donde escuchó el trancazo en el primer piso.

Se detuvo al ver nuevamente a Ochoa en la entrada aun bajo la lluvia empaparlo, lo que se había caído era la mochila que se llevado consigo, daba la espalda a la puerta, tenia su vista hacia arriba, dejando que las gotas cayeran en su cara, Messi con un solo paso alerto al mexicano que giro un poco su rostro a verlo, no se volteo a el, tomo un anillo de su dedo anular y lo lanzó lo más fuerte que pudo al césped.
Messi aun se encontraba solo, se había decidido a no invitar a Neymar, de igual forma, Ochoa llegaría el lunes, y se trataba del día viernes.

Lionel nisiquiera se percatado de lo que había lanzado, se fue corriendo por una toalla para ponerla en los hombros de Guillermo al jalarlo adentro de la casa y cerro la puerta. Dando pequeños empujones al cuerpo de Ochoa para que caminara hasta la sala, lo sentó y tomo el objeto, pasándola por sus brazos.

-¿Pero qué te a pasado? -Le dio la espalda al Alfa dominante para ir en busca de otra toalla, se detuvo al sentir un agarre más fuerte en su muñeca, se giró para verlo. -¿Qué pasa? -Sin recibir una respuesta fue jalado sin tanta fuerza al cuerpo ajeno.

El alfa sintió la mano del mexicano rodear su cintura, acercándolo y provocar que se sentara sobre una de sus piernas.

Los brazos ajenos envolvieron su cintura, apegando su mejilla al pecho del menor, provocando que la prenda se mojara, Lionel tomando un poco más de confianza dejo posar su cuerpo sobre la pierna de Ochoa, acariciando suavemente sus chinos húmedos.
-¿Me queres contar que pasa? -Las feromonas del alfa dominante llenaban la habitación, era claro que algo estaba mal, incluso llego mucho antes de lo esperado, aparte de su vista perdida y ojos hinchados.

No planeaba insistir, se levantó de una de su muslo para acomodarse y sentarse a horcajadas de sus piernas, sosteniendo las mejillas ajenas, levantando la vista aun llorosa, sostuvo su nuca para acercarlo a su pecho, donde porfin escucho los llantos desesperados, sintió las fuertes manos apretar su camiseta.

No comprendía nada, únicamente que el alfa que enterraba su rostro en su pecho, acariciaba sus rizos para calmarlo y darle suaves masajes.

Una vez más, alzo el rostro de Memo y mirarlo a sus grandes ojos brillosos por las lagrimas que aun bajaban por sus mejillas.

Messi abrió par en par sus ojos al sentir el empujón de rostro ajeno al suyo, esta vez Ochoa había unido sus labios en un suave beso, solo duró pocos segundos al haberse separado.
-¿Y-y eso?, pensé que era un error..
-Lo siento, soy un imbécil..-Se levanto y dejo con cuidado al menor sobre el sillón, regresando a la entrada por su mochila y dejarla en la mesa.

Volvió a quedar frente a Messi, intentando decir algo al respecto, sin embargo solo apretó sus puños.
-Yo..me iré a bañar.-Se alejo lo más rápido que pudo para ir a su habitación, tomar unas prendas y buscar una toalla.

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El agua recorría su cuerpo desnudo, recargo su brazo sobre el azulejo, intentando contener unas nuevas lagrimas que cristalizadan sus ojos.

Cubriendo su boca con la palma de su mano, y cerrar sus ojos con fuerza, ahogando un grito.

Alzo uno de sus brazos a enredar algunos de sus mechones de cabellos, manteniendo una de sus palmas apegada al azulejo no pudo evitar recordar lo ilusionado que estaba el día anterior antes de marchar de esa misma mansión, con la que se encontraba increíblemente bien con el otro alfa, si no fuera por su desespero.

El día anterior

Su pequeña hija, Lucciana, la alzó entre sus brazos para sostener su pequeño cuerpo en uno de ellos, plantó un beso en el regordete moflete, miró a los lados algo confundido, porque su niña se encontraba sola en el patio delantero sin algún tipo de supervisión, tendría que reclamarle seriamente a su esposa Karla, antes de entrar sintió una diminuta manita.

-No, papi no entrar.-Hizo un puchero con su boquita, cruzando sus brazos. Ahora estaba más confundido, ¿por qué le decía eso?
-¿Por qué no, princesa?
-Mami dijo que no, esta ocupada.- Se quedó en silencio, se inclinó para que su hija volviera al césped donde tenía un par de muñecas y una casita, de igual forma entraría, el hogar se sentía helado y tenso, pero de un momento a otro al cerrar la puerta, fue golpeado por un fuerte olor de feromonas en la casa.

Era obvio que una de ellas era de su mujer, pero el otro era de un alfa, y ese aroma le era conocido de una parte, no espero para ir tras la habitación matrimonial y dar un fuerte empujón a la puerta, abriendo la de un solo golpe, esperando lo que ya era de esperar

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Su amada esposa se estaba acostando con otro alfa, y nisiquiera era cualquier alfa, era su hermano, con su propio hermano lo hizo, viéndole la cara de idiota, por el fuerte golpe ambos se percataron de él, estando alerta al instante, Karla se encontraba en una de las orillas de la cama, en donde ya había roto en llanto debido a la presencia de su marido.

Guillermo apretaba sus puños con fuerza, dejando liberar sus feromonas ante el coraje, rápidamente se había dirigido hacía su hermano, sosteniendo su cuello con uno de sus manos, sus ojos estaban cristalizados, se podía decir que fue traicionado por parte de su hermano, y infiel por parte de su mujer, cuando el se sentía terriblemente culpable por lo que le hizo a Messi, tratando de recompensarlo de alguna forma u otra.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve y veinte puñetazos fueron necesarios para que Guillermo se sintiera lo suficientemente culpable de golp...

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Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve y veinte puñetazos fueron necesarios para que Guillermo se sintiera lo suficientemente culpable de golpear a su propio hermano en la cara, todo su cuerpo y en especial sus manos temblaban como nunca, ante la gráfica acción que había hecho, la omega en el cuarto se mantenía llorando en la esquina de la cama, se apega una pared, alzó su rostro a ver el de su hermano destrozado que felizmente seguía respirando.

Con lentitud levantó sus manos temblorosas a la altura de su cara, notando como sus nudillos se encontraban manchados de sangre reciente, al momento de reaccionar no tuvo más que salir de la habitación al igual que de su hogar, que tal vez ya no lo sería.

Al salir de la casa únicamente le dio una última mirada a su hija, que no se percató de su presencia, aprovechando para irse del lugar.

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NOTA:
Gente, hoy se cumple una semana de haber creado esta obra de arte, lamento subir los cap tan noche :(

Fuera de canchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora