Capítulo 8: "Atrapados en un ascensor"

49 3 0
                                    

Pronto me di cuenta que esta situación parecía una escena típica en una serie romántica.

Los dos protagonistas se quedaban encerrados durante horas en un ascensor, y comenzaban a hablar más y al mismo tiempo se empezaban a conocer.

Pero estamos en la realidad.

Y solo somos amigos, así que eso no va a pasar.

¿Cierto?

Dios, estoy tan confundida, no sé que hacer ni como reparar esto que estoy sintiendo.

Mi corazón seguía latiendo con rapidez, y mis manos comenzaban a sudar.

De pronto, Ale suspiró.

— Lo siento.

Se separó de mí, y se puso al lado mío.

— Sí. No te preocupes, está bien — dije mientras mis latidos me consumían.

— ¿Nos quedamos encerrados aquí?

— Al parecer — sonreí.

— ¿Qué haremos ahora?

— Esperar a que nos descubran y nos dejen salir.

— Claro, es lo más lógico.

Nos quedamos en silencio y yo me senté, él también lo hizo.

Volteé a verlo y le dije:

— ¿Descansaste bien?

— Sí. ¿Y tú?

— También.

— ¿Ya te encuentras mejor?

— Sí. ¿Y tus heridas? ¿Ya no te duelen como ayer?

— No. Ya no es tanto — volteó a verme y sonrió.

— Qué bien — sonreí.

Hizo un breve silencio.

— La verdad es que no nos conocemos tanto. ¿Qué te parece si en esta circunstancia comenzamos a hacerlo?

— Bien — sonreí nuevamente.

— ¿Cuál es tu postre favorito?

— Helado de frambuesa. ¿Y el tuyo?

Sin que me diera cuenta, nos quedamos dormidos mientras hablábamos.

Me desperté, y estaba abrazada con Ale.

De nuevo mi corazón comenzó a latir sin parar.

Pero me di cuenta de algo.

No era el mío, era su corazón.

Su corazón latía rápidamente y sin parar.

Comencé a despertarlo.

— Ale. Ale, despierta.

Sucedió algo inesperado.

— Ali. ¿Por qué me haces esto? — comenzó a decir con un tono soñoliento.

— ¿De qué hablas?

— ¿Por qué? ¿Por qué eres... el motivo por el que mi corazón late tan rápido cada vez que te veo?

Mi corazón latía cada vez más fuerte, y no se podía detener.

¿El motivo por el que su corazón late rápido?

Ok, ahora lo confirmé. Él está tan confundido como yo lo estoy.

¿Cómo debemos parar este sentimiento?

No quiero que exista, porque ni siquiera sé que es.

Y eso es lo que me tiene confundida.

Así que debo pararlo, de alguna manera u otra, no quiero que continúe.

Quiero que todo sea como antes.

Él se despertó, pero en ese entonces, ya me había separado de sus brazos.

— ¿Aún no nos abren?

— Al parecer no — le respondí a su pregunta con frialdad.

— ¿Te pasa algo?

— No, estoy bien.

Estaba de mal humor por el sentimiento que ni siquiera sabía cuál era. Y me molestaba no descubrirlo.

— ¿Dije algo mientras dormía?

— No.

— Entonces, ¿por qué estás así?

Me levanté.

— ¿Así cómo?

Se levantó también.

— Así, distante. Sabes que si no me dices lo que pasa, no entenderé que hice mal.

— Alessandro, no hiciste nada mal ¿ok? Puedes estar tranquilo.

— Ahora me dices Alessandro. Es obvio que algo pasa, ¿por qué intentas ocultarlo?

— No intento ocultar nada. Solo quiero que nos abran pronto, no quiero pasar ningún minuto más aquí.

— Ali, dime qué hice mal y voy a intentar repararlo.

— Alessandro, para. No hiciste nada, no es tu culpa. Solo quiero salir de aquí, ya pasó una hora y perdimos una clase. Es todo — dije con un tono molesto.

— ¿Es todo? Ali, sé que no es solamente eso.

— Alessandro. ¿Puedes parar?

— No. No lo haré, quiero saber porque estás así conmigo.

Comencé a ver nublado. Iba a llorar.

— Para.

— Ali. Dime ya qué pasa.

— ¿Quieres que te lo diga? Está bien, lo haré. Tengo unos sentimientos confusos cada vez que estoy contigo. ¿Y sabes qué es lo que me molesta? Me molesta no saberlos, ya estoy harta — le confesé mientras comenzaba a botar lágrimas.

— Ali — se iba a acercar a mí pero justo el ascensor se abrió.

Salí rápidamente de allí.

Sentía los pasos de Ale siguiéndome.

Me molesta todo esto. Pero no era motivo para desquitarme con él.

Había cometido un error.

Soy una estúpida, desperdicie la única amistad que tenía por unos sentimientos que ni siquiera sé que son.

¿Qué iba a pasar ahora?


















La chica que lastimaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora