Capítulo 12: "Nos estamos conociendo aún más"

49 3 0
                                    

Ale cerró los ojos y suspiró al mismo tiempo.

Yo solté su mano y me paré de mi asiento.

— Iré al baño, ya vuelvo.

Le pedí permiso a la profesora y salí corriendo a un lugar en el que pudiera estar sola. Y solo se me ocurrió ese lugar en el que Ale y yo siempre solemos estar. Ese lugar que está cerca del patio.

Me detuve a pensar.

Muchas preguntas se me vinieron en la cabeza después de haber visto el rostro de Ale.

Como la pregunta que me hice hace algunos minutos:

¿Y si es un sentimiento mutuo?

Ok, la verdad, es que para ser sincera eso sería una completa locura.

Para mí, había una muy leve posiblidad de que Ale gustará de mí.

Pero, ¿y si es un hecho y no una posibilidad?

Creo que necesitaré pruebas para demostrar si esto es real o no.

Tomé una decisión.

Me dirigí al salón de mi clase y abrí la puerta.

Luego, me dirigí a mi asiento y me senté.

— Ali, disculpa. Yo no tendría que haberte hablado de esa forma. Solo te pido que no vuelvas a hacer eso — volteé mi mirada por un segundo y su rostro ya no estaba rojo.

— Está bien, ya no lo haré más, no te preocupes por eso. Tampoco te daré
explicaciones.

— ¿Estás... enojada conmigo?

—  No, claro que no — volteé a mirarlo y le sonreí —.  ¿Cómo podría enojarme contigo? — sonreí nuevamente.

Él sonrió.

— Ale. ¿Quieres ir a mi casa el fin de semana?

— Amm — hizo un leve silencio —. Sí, claro. Me encantaría conocer tu casa.

Esta sería la primera prueba que obtendré para saber si Ale gusta de mí o no.


La semana había pasado muy rápido. Ya era fin de semana.

Acordé con Ale que nos juntaríamos en mi casa un día sábado.

Y le conté a mi abuela que un amigo vendría a la casa. Y obviamente estaba muy emocionada por conocerlo.

Ella y yo habíamos preparado todo para la cena.

Tocaron la puerta y al mismo tiempo me llegó un mensaje en mi teléfono. Era Ale diciendo que ya había llegado a mi casa.

Me dirigí a la puerta y le abrí.

— Hola — sonrió.

Tenía una bolsa en su mano.

— Hola — le sonreí —. Pasa — entró.

La chica que lastimaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora