Capítulo 30: "Esta es la última vez"

41 3 0
                                    

Nuestras miradas aún seguían teniendo la conexión que alguna vez tuvimos, aún sigue ese destello en sus ojos cada vez que me mira de manera inconsciente, aún sigue existiendo lo que sentimos.

Mientras seguía sosteniendo su mano suavemente, ví como Ale dejó de mirarme para que sus ojos vieran mi mano en la que yo refugiaba la suya.

— Tienes un moretón en tu muñeca —me dijo y su rostro reflejaba preocupación, volví a la realidad y me di cuenta que había visto la herida que me dejó Giovanni, después de verla, Ale me miró y pronunció con un tono serio— ¿Quién te hizo esto?

— No es necesario que te preocupes, está todo bien. Solo me lastimé contra la puerta de mi habitación —le respondí inventando una excusa.


—Alice —dió una pausa— voy a sanar ese moretón, parece que tu muñeca está algo inflamada.

Soltó mi mano de la suya y rápidamente buscó un kit de primeros auxilios en un mueble de la habitación.

Yo me senté en su cama y comenzó a colocar alcohol desinfectante en un algodón para luego ponerlo encima de mi muñeca, me ardió un poco pero pude soportarlo.

Pronto se me vino a la mente, recuerdos de antes, cuando era yo quien sanaba sus heridas y después sin que yo me diera cuenta, florecieron estos sentimientos por él.

Tal vez si en ese instante, me hubiera percatado de mi enamoramiento, todo sería diferente ahora. Pero solo quedará en un tal vez.

Después de unos minutos, todo se consumió en un silencio, Ale me puso una venda en mi muñeca y ya ninguno decía ni una sola palabra. Hasta que yo decidí tomar la iniciativa.

— ¿Por qué volviste? — le pregunté.

Él me miró e inmediatamente se levantó de la cama.

—Ten cuidado con el moretón, intenta que respire, no lo cubras ni tampoco sujetes elementos pesados mientras sana o podría inflamar de nuevo — me dijo evadiendo mi pregunta y guardaba todo lo que sacó del kit de primeros auxilios.

Al notar su reacción, me armé de valor y seguí insistiendo.

—¿De qué tienes miedo? —me levanté de la cama.

Nuestras miradas se encontraron nuevamente.

—Alice, no le tengo miedo a nada. Pero no quiero volver a relacionarme contigo, no quiero volver a hacerlo, no estoy dispuesto. Te pido que lo entiendas.

—Si no estás dispuesto a relacionarte conmigo, entonces, ¿por qué aún sigues aquí? ¿por qué regresaste? — le pregunté con un tono firme.

—Alice, no todo se trata de ti.

—Dime, ¿por qué volviste?

— Tengo asuntos pendientes en Italia, por eso tuve que regresar aquí. Esa es mi respuesta.

—Está bien —no quería que esto se transformará en una discusión, no sería muy agradable tener una en nuestro primer encuentro después de años, así que decidí irme.

La chica que lastimaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora