Capítulo 28: "El chico hermoso"

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Aunque probablemente sea una alucinación mía como me ha pasado durante estos tres años, esta vez lo siento diferente.

Aquel chico de ojos azules sigue a mi lado, sigue en la misma silla y no se ha movido de allí, sigue bebiendo de su cóctel; no me ha mirado, pero mis ojos no pueden apartarse de su presencia.

Decido armarme de valor, bebo de mi copa y doy un suspiro.

— ¿Conoces esta canción? — le preguntó.

Él volteó a verme pero no era una mirada cálida, era una mirada vacía la que él podía entregarme.

— Sí, la conozco — me responde cortante.

— ¿Cuál es tu nombre? — decido preguntarle para saber si de verdad era él, si de verdad era quien yo creía.

— Alessandro.

Mi corazón se detuvo. Era él, después de mucho tiempo sin escuchar su voz, sin ver sus ojos, sin escuchar su nombre, él había vuelto a mi vida.

Eres el chico más hermoso que he visto, Alessandro  — le digo.

Tomó su copa y apartó la mirada de mi rostro.

— Hace mucho, una amiga me dijo lo mismo. Feliz cumpleaños — se levantó de la silla y se perdió entre la multitud.

No volví a verlo porque se había ido y solo podía ver mucha gente alrededor.

Pero con solo verlo una vez me bastaba, había decidido decirle eso porque es lo que más deseaba decirle después de mucho tiempo.

Se lo dije una vez y se lo diría muchas veces más. Tal vez lo dije porque no estoy del todo consciente, porque estoy ebria, pero al menos eso me dió el valor de hablarle aunque sea una sola vez en tres años.

Seguí bebiendo de mi copa durante unos minutos, después de terminarla, me levanté de la silla y caminé con la esperanza de volver a encontrarlo.

Observaba a mucha gente, pero en ninguna parte podía verlo a él.

De pronto, sentí que alguien tomó mi muñeca.

— ¿Vai? ¿Te encuentras bien? — era Sofía, traía una coleta en su pelo, unos pendientes dorados colgando de sus orejas y un llamativo vestido escotado de color negro.

— Sí, estoy bien — sonreí.

— No te ves muy bien, Vai — me dijo con una voz preocupada — Vamos, acompáñame.

Nos dirigimos al segundo piso; había mucha gente hablando y riendo, otras personas estaban sentadas durmiendo en un sofá y otros bailaban al ritmo de la música.

Sofía me llevó a uno de esos sofás y nos sentamos ambas allí.

— ¿Por qué estamos aquí? — le pregunté.

— Vai, ¿cuánto has bebido?

Sofía es la única persona entre todo el grupo que se preocupa por mi estado mental, es como la líder después de Giovanni y Natalia.

La chica que lastimaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora