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Cuando dieron las diez de la noche, todos estaban durmiendo. Los ronquidos de mi padre se escuchaban por toda la casa, se la había pasado en el establo bañándo a las vacas y había terminado cansado.

Me levanté y me dirigí a mi armario lentamente, en teoría ya estaba vestida, traía una blusa de manga abierta negra con la leyenda Queen your kings y un short de mezclilla a la mitad del muslo.

Saqué unas botas largas y me las puse rápidamente. Antes de salir le envíe un texto a Kat, diciéndole que me sirviera un trago.

Me contestó encantada.

Abrí la puerta lo más despacio que pude y salí de puntillas. Atravesar el pasillo fue estresante pues cada dos segundos escuchaba ronquidos. Cuando llegué a la sala suspiré aliviada y salí por la puerta trasera.

No me había ido tan mal.

Caminé un tramo a paso lento, pero cuando ví que mi reloj marcaba las diez con veinticinco, aceleré el paso.

La noche estaba fresca y había viento.

Al llegar a casa de Kyle, ví varios autos estacionados en la acera. Busqué el de Kat mientras caminaba hacía la entrada y lo divisé unos metros alejado del lugar. La casa de Kyle estaba un poco más alejada que la de Willmer. Llegué a las doce en punto.

Toqué la puerta y fuí recibida por Mark, el hermano gemelo de Kyle.

—¡Preciosa! Que milagro. —me guiñó un ojo descaradamente y me invitó a pasar.

Mientras me dirigía a la cocina, amarré mi cabello en una coleta alta y lo dejé caer sobre mi espalda.

Mark se acercó a mi.

—Apenas han llegado seis universitarios, ocho chicos de décimo grado y dos de último. Kat y tú. -señaló a mi pelirroja amiga, la cuál estaba sentada a un lado de Collin, platicando animadamente mientras se comía a su acompañante con la mirada.

La chica le miró nerviosa y se hizo bolita en su lugar.

Mi amiga no sabía disimular.

Caminé hacía el sofá y cuando Kat me vió, se paró a entregarme un vaso rojo de plástico.

—Me alegro que vinieras. —asentí y me tomé la bebida de un trago, mi garganta ardió pero una sonrisa se formó en mi rostro.

(...)

La mayoría de las personas presentes eran universitarios, aunque la fiesta era de chicos de último año. La pista improvisada estaba abarrotada, todos chocaban entre sí y el ambiente estaba caluroso.

Kat se había perdido en el piso de arriba con la acompañante de Collin. Y el susodicho se encontraba a mi lado, alentándome a beber más que los chicos que estaban enfrente de mí.

Agarré los dos vasos que acababa de servirme Tyler y me los tragué rápidamente, sintiendo como el líquido bajaba por mi garganta.

Collin me agarró por la cintura y le sonreí, inconsciente de lo que estaba pasando. Hace más de dos horas Kat y yo habíamos empezado a tomar y todos habían bebido por lo menos quince tragos. Jonas, el rubio universitario que estaba compitiendo conmigo, me guiñó el ojo y agarró otro vaso, pero terminó vomitándolo y lo descalificaron. No pude contenerme la risa.

Patrick, un chico de mi clase, agarró la botella y se la bebió toda, vomitándola también. Todos empezamos a abuchearlo pues había desperdiciado la última botella. Mark salió a comprar más con Phillip.

Collin salió de la cocina agarrándome de la cintura y me guió a la planta alta. Mi teléfono empezó a sonar pero él lo agarró y apagó para después ponerlo en su pantalón.

Complaciendo a Papá. EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora