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Un consejo muy útil que empecé a usar después de aquél día fue no asistir a una fiesta en semana de clases.

Ni siquiera el póster de Bon Jovi me daba fuerzas para levantarme y empezar el día. El reloj había sonado desde hace bastante tiempo, pero no tenía la fuerza de voluntad para nada, excepto respirar.

La primera en verme así, fue mi madre.

Estaba lista para ir a la escuela, me había bañado con agua fría y la resaca había disminuido, me había cambiado y tenía ganas de comer algo. Entré a la cocina y me senté frente a ella. Me miró con lástima, como siempre lo hacía, y siguió con sus labores matutinos.

Mi padre y Fanny todavía no se levantaban.

Mis ganas de comer habían desaparecido gracias a la mirada de mi madre y salí de casa a paso lento.

Suspiré.

La cabeza ya no dolía tanto.

Al pasar a lado de la casa de Will, me detuve en frente de su auto. Siempre íbamos juntos a la escuela.

Ese día, por alguna razón, sentí que Will había sido partícipe de algo en la fiesta. Era como que algo había pasado que lo involucraba a él, pero no conseguía recordar. Me puse nerviosa, esperando que no hubiera sido algo malo.

Los nervios aumentaron sin saber porque, cuando lo ví salir y mirar al frente, topándose con la imagen de mí frente a su auto, esperándolo para ir a la escuela.

Pero por alguna razón sonreí, al igual que él.

Y de pronto el sentimiento de culpa me inundó, sin saber porque.

—¿Disfrutaste la fiesta?

(...)

La escuela estuvo normal, hasta que me topé con Kat.

—¿Como esta nuestra pequeña prepotente? —Marie, una de las tantas chicas de Kat, habló.

—Marie, es precoz. —corrigió Kat, divertida.

—¡Oh! —exclamó Marie.

Mire mal a la rubia chica de mi mejor amiga y ella me enseñó la lengua.

—Que comportamiento tan infantil el tuyo, Marié. —señalé. Ella me miró y rodó los ojos. Se acercó a Kat y le dió un beso en la mejilla para desaparecer por el pasillo.

Abrí mi casillero y mi amiga repitió mi acción con el suyo. El timbre sonó, indicando el término de la jornada.

—¿Ahora podrías explicarme que pasó ayer que no recuerdo nada? —me crucé de brazos y ella puso sus manos en mis hombros.

—Te lo resumiré todo amiga, hiciste cosas con Collin y mis chicas y yo los encontramos cuando estábamos buscando una habitación. Aunque parecía más que iban a follar ahí mismo. —dijo de golpe, no me extrañaba su falta de tacto. Fruncí el ceño y me quité sus manos de encima.

—¿Quieres que te crea ese cuento barato?

—Llama a Collin y compruébalo.

—No. —cerré mi casillero con fuerza cuando me percaté de que mis cosas estaban dentro. Me giré a verle.— ¿Al menos te divertiste?

Ella alzó una ceja y sonrió.

—Esta nena folló duro ayer —gritó, señalándose a si misma con sus pulgares, sin importarle las miradas curiosas o de asco de los demás. Justo como habíamos visto hacer a Leon Thomas III en Victorious. La vergüenza se apoderó de mí.

—Me das asco. —exclamé. Ella empezó a reír.

—Homofóbica. —siseó entre risas.

—No es eso, es solo que no quería saber de tus revolcadas. —arrugué la nariz y levanté los labios.— Te va a dar algo.

Complaciendo a Papá. EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora