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La maestra daba vueltas por él salón, tratando de recordar cúal era él ejercicio que nos pondría mientras un pañuelo colgaba de su pulsera. Frunció él ceño y lo agarró, volteándose hacía nosotros.

-Lo que haremos él día de hoy será algo diferente a la meditación diaria.-indicó a Kyle que se incorporara y le puso él pañuelo en los ojos, amarrándolo por detrás y dándole vueltas.- El ejercicio que practicaremos hoy será uno de confianza. Consiste en...

-¿Hacemos pareja?- volteé a ver a Kat y sonreí.

-Eso no se pregunta- reímos y nos incorporamos para seguir las instrucciones de la maestra. Cubrí los ojos de Kat con él pañuelo que me había prestado Phillip, él chico traía dos en su mochila, y le empecé a dar vueltas.

-Quisiera ir a tu casa ésta tarde, tengo que hablar contigo.- posé mi mano en él hombro de Kat y la guíe por él pasillo.- Creo que ya superé a Dylan.

No dije nada, solo seguí guiándole y evitando que se tropezara por el pasillo.

Si aquello era cierto, ya no había necesidad que Dylan la viera. Bueno, si había necesidad, había sido el chico en primer lugar el que quería verle.

Pero no le podía soltar aquello simplemente. A una chica como Kat se le debía hablar directo, pero al apenas haber aceptado unos sentimientos que yo misma consentí, podía destrozarle su visión. Yo no era tan mala persona.

-Te he hecho caso y consentí mis sentimientos por Kyle- sin decir nada, la solté. Ella se volteó en mi direccion y se quitó el pañuelo.- Eso era lo mejor, tu lo dijiste.

No le hice caso, así como tampoco reaccioné a sus llamadas. Lo hice por un motivo en particular.

Dylan estaba parando justo en frente de nosotras, con el anillo en mano.

-¡Carter!- el chico se acercaba sonriente y abracé a Kat.

¿Qué hago ahora?

¿Y si el le destruía la visión?

Era... ¿lo mejor?

*

-Mereces ser tratada como mascota, para eso el nombre, ¿no? Gente como tú son llamados de esa forma por un motivo en particular, ser humillados- Morgan Kyllison estaba en el pasillo molestando a una chica de cabellos castaños y cejas pobladas. Carter Columbus leía un libro justo en la ventana de aquel pasillo, tratando de ignorar sus impulsos por parar a aquel abusón.

-No te he hecho nada, deja de fastidiarme, tu no eres quien para etiquetarme por mi nombre-

El niño se acerco a la niña y le pegó una bofetada, provocando que esta le metiera una patada por el impulso.- ¡No me toques, majadero!

Carter dejó el libro en el marco de la ventana y se acercó a la chica justo antes de que Morgan pudiera ponerle una mano encima.- ESTÚPIDA.- antes de que el chico pudiera pegar de nuevo, Carter le soltó un puñetazo.

Silencio. Eso era lo unico que había entre las dos chicas mientras veían al bravucón en el suelo.

-Gracias- la voz de la castaña se había escuchado casi como un susurro.- Me llamo Katherine- la chica se puso en frente de Carter y le cogió la mano sonriendo- Puedes llamarme Kat.

Carter alzó su mirada del bravucón hasta la chica y sonrió de vuelta, apretando la mano Kat. Por un momento se quedó mirando a la nada y, de pronto, bajó su mirada hacia un inconsciente Morgan- Menudo lío en el que me he metido, seguro mi padre no me la perdona-

-Descuida, seguro que si le explicamos lo sucedido, salgas libre de culpa- las castañas rieron entre ellas y estrecharon sus manos de nuevo.- De casualidad..... ¿Te gustan los gatos sirena?

Complaciendo a Papá. EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora