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"El mundo me da vergüenza, y no puedo soñar que existe este reloj y no tiene ningún relojero".
François-Marie Arouet Voltaire
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Habiéndolo golpeado, Edward McNamara miró fijamente a Seth que había terminado revotando sobre la cama, temblando... le miró de soslayo mientras el cabello le caía por la frente ensombreciendo su mirada.
—Todavía no has aprendido tu lección —dijo Edward entre dientes, arrojando lejos el cinturón con el que le había estado golpeando, agregó—. ¿Has olvidado lo que pasa cuando hablas con otras personas? Necesitas una paliza más grande —él soltó una carcajada hastiada—. La chica de la tienda murió por tu culpa, ¿aún no lo entiendes? ¡Es porque traes la mala suerte! —gritó comenzando a darle patadas.
Seth se cubrió la cabeza con las manos y comenzó a resistir los golpes, uno tras otros, conteniendo sus quejidos... y resintiendo los insultos de su cuidador...
—¡Su nombre era Maribel Cortés! —exclamó entonces Seth hecho un ovillo.
—¿Qué...?
—Ella no era solo una chica... Su nombre era Maribel Cortés... Ella siempre sonreía... siempre me sonreía cada vez que iba a comprar fideos, me hablaba aún si no le respondía... Ella era una buena persona...
—¿Qué clase de tonto eres? —replicó Edward mirándole con la cabeza ladeada—. Ella te sonrió porque eras un cliente. Ella siempre le sonreía a todos, ¿de acuerdo?
—No... —murmuró Seth recordando a esa brillante muchacha... aquella que ese chico, Peter Montgomery, había lastimado tanto—. Eso no es verdad... su mirada era diferente con otros, pero conmigo siempre mostraba una sonrisa especial... a pesar de su dolor, ella me miraba de esa manera... Ella era así conmigo porque...
—¿Y qué? ¿Es por eso que la dejaste morir? —Edward se le acercó y posó un pie en el cuello del chico, haciendo así que la mitad de su rostro se hundiera en el colchón de la cama—. Sabías que ella iba a morir, ¿cierto?
—No... —murmuró entre dientes Seth... recordando como una de las últimas veces que había ido a esa tienda de conveniencia, había visualizado unos morados en la frente de Maribel... algo que ella había intentado disimular con su flequillo y maquillaje.
—Estoy seguro que tuviste una corazonada.
—¡No!
—¡Siempre lo sabes pero te quedas callado!
—¡NO! —gritó Seth alzándose con fuerza haciendo que Edward quitara su pie del cuello del chico al perder el equilibrio.
Furioso, el cuidador se enderezó y clavó en el chico la más iracunda de sus miradas... Y entonces, cansado de las patadas, Edward decidió castigarlo con algo más, elevó parte de su herencia de schlangetifen, blindando su piel de escamas, y retrocedió para ahora asestarle un golpe con el puño... No obstante, ahí Seth reaccionó una vez más... sintiendo que la respiración se le paralizaba, Edward vio que aquel chico le había cogido la muñeca deteniendo aquel último golpe...
El agarre era fuerte y sólido... Sintiendo el frío extenderse por su columna vertebral, Edward McNamara clavó sus ojos en el rostro de Seth... y aquel chico, sin soltarle, ahora le miraba fijamente... una sonrisa fría curvaba sus labios y sus iris... brillaban de un intenso color rojo carmesí... Lo siguiente fue que unas líneas de energía máanica doradas se dibujaron en la piel del chico para luego, sin poder hacer nada más, Edward se vio siendo elevado varios palmos del suelo para finalmente ser empujado con agresividad contra el muro a su espalda... Escuchó el crujir del revestimiento de madera y yeso y así también el crujido de algunos de sus huesos... temblando, Edward elevó sus ojos hacia Seth quien, con una bruma aurea rodeándole, curvó levente sus labios en una fría y hambrienta sonrisa... Pero ahí, con la misma rapidez con que había aparecido, Seth dejó escapar una bocanada de aire agitada... las líneas de energía se desvanecieron junto al brillo carmesí de sus ojos y aura... y mirando luego a su cuidador en el suelo más el gran agujero en la pared sobre él, es que Seth se estremeció aterrado, se llevó una mano a la cabeza y salió de la habitación a la carrera...
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Secretos en Colina Blanca
FanficJeremy Stephen Donovan es un superintendente de policía metropolitana que se ha ganado a pulso su puesto, aunque no puede evitar que algunos miembros de su equipo ensucien el trabajo de los demás, a Donovan le persigue el buen resultado de su trabaj...