Capítulo 20

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Connor

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Connor

2 de mayo, 2022.

Gruño al sentir el molesto ringtone de la alarma que suena todas las mañanas de los días de semana a las seis en punto. De la alarma en sí no me quejo, sino del ringtone que el niño le ha configurado cuando tomó mi móvil ayer y que me está rompiendo los tímpanos. Lo ha hecho a propósito.

Vuelvo a gruñir cuando siento el otro ringtone sonando en la habitación de al lado. La alarma personal de Eric de su móvil, es aún peor.

—Joder —digo estirando la mano para callar la alarma que suena a mi lado que parece que me estuvieran tirando la casa al lado.

Froto mi rostro mientras camino arrastrando los pies por el frío suelo hasta la habitación de al lado, ruedo los ojos al ver al pelinegro tapado hasta la cabeza con las colchas sin mosquearse por el ruido molesto que ha elegido. Le he dado un móvil hace un mes y medio para que pudiera comunicarse cuando lo necesitara con Keira o conmigo. Y hace una semana en uno de sus arranques por querer ser grande y responsable me ha preguntado para utilizar la alarma, el he dicho que sí y ha comenzado a configurar la alarma para despertarse solo, pero como veo no se le da muy bien esa tarea.

Apago la alarma, dejando la habitación a oscuras y sin ruidos. Corro un poco las colchas dejando al descubierto su rostro. Rostro que tiene facciones tan parecidas a ella que me hielan el pecho cada vez que lo veo. Lo sacudo suavemente.

—Es hora de levantarte.

—¿Cinco minutos más? —pregunta de entre dormido, sonrío ante la similitud de la situación.

—Bien.

Salgo directo al baño para hacer todas mis necesidades y después me dirijo a la cocina para prender la cafetera mientras pongo leche a calentar, y hago unas tostadas. Siento el elevador subir hasta mi piso. Bostezo escuchando los pasos de Keira por el pasillo hasta la cocina.

—¿El café está listo? —pregunta.

—Casi, termina tú.

—Como mandes.

—Vives en uno de mis departamentos, comes mi comida y me molestas en la mañana —enumero—. Harás lo que te ordene, al menos una vez al día.

—Hiris li qii ti irdini —se burla.

Salgo de la cocina con rumbo nuevamente a la habitación de Eric, quien sigue durmiendo como si no tuviera que ir a ningún lado ni cumplir horario como el resto de los mortales.

—Vamos, Eric —lo llamo sentándolo en la cama, su cabeza cae—. Es tarde.

—No quiero ir hoy —me dice con un tono raro.

—¿Estás bien?

—Si tan solo quiero quedarme, siento que tengo que quedarme.

—Lo siento campeón, tienes que ir, ya has faltado la semana anterior cuando fueron a Londres.

INCENDIO © (Arder 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora