Madelaine
28 de abril, 2022
Antes de bajar del coche a mitad de camino, en donde yo subiría a otro para llegar por separado, Grigoriy me tomó por el brazo con fuerza, hice una mueca porque había tocado uno de los tantos moretones que él mismo había infringido y que aún seguían ahí latentes.
—Que no se te ocurra hacer una estupidez —amenazó—. Recuerda al pequeño.
Maldito.
Por un lado, lo odié, sabía que podía dominarme con tan solo referirse indirectamente a Eric. Sabía perfectamente que haría cualquier cosa por él. Por otro, me dolió que se refiriera de esa manera a su propio hijo, me hubiera gustado que Eric contará con su padre biológico.
Esa tarde llegaron a la mansión dos estilistas junto con un gran equipo de maquillaje y una gran cantidad de vestidos para elegir. Ambos me peinaron y maquillaron. También, eligieron el vestido más adecuado para el evento y que dejara la menos cantidad de piel posible descubierta, sin que pareciera una monja, para que no se vieran los moretones, y a los que sí se veían maquillaron a la perfección. Parecía que estaban acostumbrados a encontrar mujeres así porque ni se inmutaron ante algún golpe. Asco.
El resultado final fue mi pelo recogido hacía un lado, el maquillaje era simple y tranquilo acompañado de una máscara que dejaba tan solo un cuarto de mi rostro al descubierto. El vestido no era el mejor de los que había vestido, pero estaba bien. Era verde oscuro, se pegaba a mi torso y en mi cadera se abría un poco más hacia las piernas, pero seguía siendo ajustado. En el pecho tenía una abertura en V que se tapaba con un tulle brilloso de un verde más claro, al igual que mis brazos.
Grigoriy llevaba un traje color negro con una corbata del mismo verde de mi vestido, lo que hizo que pusiera los ojos en blanco en cuanto le ví.
Si bien ambos salimos de la mansión en el mismo coche, llegaríamos en distintos, por eso el cambio a mitad de camino. Primero él, luego yo.
La velada estaba siendo aburrida, ya que no había hablado más que dos palabras con algunos invitados que se acercaban a mí, tan solo observaba a todos desde mi lugar. Cuando ya no aguantaba más estar parada haciendo nada me acerqué a donde se encontraba el ruso.
—Necesito ir al baño —le dije a Grigoriy en voz baja tomando de la mesa un aperitivo como si nada.
—Ve —me dió permiso.
Quise gritarle por tener que estar pidiendo y esperando que me dé su permiso para hacer algo o ir a algún lugar, pero lo tan solo lo hacía por mi hijo porque ya me había amenazado con hacerle algo a Eric si hacía alguna cosa extraña. No tomaría el riesgo.
Obligándome a calmarme internamente me dirijo al baño con toda la naturalidad posible, sin llamar la atención de nadie. Me adentré al baño, para después encerrarme en uno de los grandes cubículos donde levanté todo el tul brilloso y transparente que cubría mis piernas para poder hacer lo que necesitaba, no era mentira y excusa que necesitaba venir al baño.
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INCENDIO © (Arder 2)
RomansaSegunda parte de la Bilogía Arder La negación de Madelaine Dumont a caer por Connor Hamilton no fue tan resistente como ella creía. Ella era un fuego andante, que finalmente cayó por el gran productor y empresario. En sus brazos ella sentía la segur...