CAP 2

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Hacia mucho tiempo desde que Jungkook abría sus ojos y se levantaba de su cama con ánimos y ganas de vivir el día. Hacía exactamente 10 años, que no lo hacía...desde que su papá Omega, el Venus Jeon Yeonjun abandonó esta vida de la manera más aterradora posible.

Jungkook admiraba a su papá Alfa, lo quería como un hijo quiere a su padre, lo quería como una princesa quiere a su hada madrina, lo quería como un niño quiere a su héroe.

Jungkook siempre pensó que su padre amaba a su Venus, siempre, nunca tuvo duda alguna de ello, pues ellos parecían a sus ojos la pareja más feliz del mundo.
Jamás se cuestionó de dónde provenían los gritos y golpes que se escuchaban en el Palacio a mitad de la noche. Nunca fue capaz de preguntar, pues sabía que su Padre lo iba tomar de loco. Y él estaba de acuerdo con ello, porque sabía que el trato tan frío, cruel e indiferente que recibia de su padre era el trato que daban las personas cuando deseaban cuidar y educar correctamente a  los que aman.

Por eso esque siempre callaba cuando no estaba de acuerdo con su Padre, por eso esque reprimia sus lágrimas y obligaba a sus ojos a no soltar ni un poco de ese líquido salado mientras escuchaba insultos por parte de su Padre, por eso se negaba a huir del Palacio, aunque ya lo hubiera pensado muchas veces, no quería ser un cobarde y eludir la vida que le tocó.

Le reconfortaba saber que su Padre, al menos no trataba mal a su Papá Yeonjun, le reconfortaba saber que su papá no sufría como él y que era feliz al lado del Rey.

Yeonjun siempre fue un papá cariñoso con él, siempre le hacía saber que lo amaba más que a nada en el mundo, siempre le daba consejos y lo llenaba de abrazos y besos.

Claro, todo eso a escondidas de su padre, pero aún así lo disfrutaba.

Disfrutaba las historias que su papá Yeonjun le contaba, sobre Omegas y Alfas enamorados y destinados, prácticamente le daba turoriales de como hacer feliz a un Omega y eso le gustaba.

Siempre extrañaria el calor que le proporcionaban los abrazos de su Papá.

Siempre...

Y eso dolía, dolía recordar como tuvo que abrazar el cuerpo inerte, lleno de sangre y frío de su papá.
Dolía saber que su Padre nunca amo de verdad a su Venus y que por eso lo mató sin piedad alguna.
Mirarlo con múltiples apuñaladas en su estómago y vientre lo rompió.
Se preguntó ¿Quién lo abrazaría cuando su Padre le gritara? ¿Quién lo amaría como solo él lo hizo?

Nadie.

Y eso le dolía aún más, saber que nadie nunca lo amaría, saber que nadie nunca disfrutaría estar a su lado,  saber que nadie nunca lo consideraría su lugar seguro, le dolía aún más.

Por eso cuando se entero que iba a casarse, en lugar de molestarse, se alegro.

Le alegraba la idea de tener un Omega, uno al cual amar, proteger y consentir. Lo trataría como los Alfas trataban a sus Omegas en los cuentos que su papá Yeonjun le contaba, lo trataría como su más preciado tesoro, lo trataría como lo que era...su salvación.

Su salvación porque llegaría justo cuando él sentía no poder más, su salvación porque llegaría a iluminar su tan oscura vida.

Nunca permitiría que llore, no de tristeza al menos, tampoco que sufra, mucho menos que muera como lo hizo su papá.

Lo trataría como nadie o casi nadie trata a los Omegas, lo trataría como lo que que era.

Su Venus.

Si bien era cierto, su Omega debía llegar hace 6 meses, y se encontraba feliz por ello pero al enterarse que el Omega prefirio vistarlo solo un mes antes del matrimonio, él creyó que no estaba de acuerdo con el matrimonio, sin embargo no perdía esperanzas.

𝚆𝚒𝚗𝚝𝚎𝚛 𝙱𝚕𝚘𝚘𝚍   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora