Una visita a Bubo
"Uno, dos, uno, dos. Eso es, Ruby. Mete el pico... uno, dos, uno, dos..." Esta era su segunda práctica de brigadas para colliering y Soren nunca había estado tan deprimido desde su horrible tiempo en San Aegolius. El ryb de colliering, un Cárabo Lapón llamado Elvan, estaba de pie en el centro de un círculo inscrito en el suelo, en la base del árbol. Estaba cerca de la forja donde trabajaba Bubo, manteniéndolos abastecidos de carbón al rojo vivo. Elvan les ladraba órdenes e insistía en que marcharan al compás mientras él llevaba la cuenta. Soren sentía una profunda aversión a la marcha. En San Aegolius les habían obligado a marchar todo el tiempo. Elvan decía que esta marcha era necesaria para establecer el ritmo adecuado que ayudaba a sostener una brasa en el pico. Y parecía como si su experiencia anterior con carbones vivos en los bosques de Los Picos se hubiese desvanecido. Apenas podía creer que había recogido carbones vivos, los había enterrado y había volado con ellas colgando del pico. Soren había pasado los primeros minutos de clase asustado y el resto aburrido. Si alguien le hubiera dicho que era posible esa combinación de sensaciones en la misma práctica, habría dicho que eran patrañas. Era extraño que apenas sintiera el calor. Recordaba haber pensado esto antes, cuando estaba en el bosque de Los Picos. Sin embargo, se dio cuenta de que la franja de plumas claras de Elvan bajo el pico parecían ser un gris hollín permanente.
Soren pensó en su propia cara, cubierta de plumas de un blanco puro. Este era el rasgo distintivo de las lechuzas, y no quería pensar que se estuviera chamuscando y llenando de hollín. Tal vez estaba siendo vanidoso, pero no podía evitarlo.
"¡Presta atención Soren!" Elvan ladró. "Casi chocas con Otulissa."
Gracias a Glaux ella no puede hablar, pensó Soren. Eso era lo único bueno del colliering. Era difícil hablar con una brasa en la boca. Así que Otulissa estaba efectivamente callada por primera vez.
"Muy bien, hora de descansar. Soltad las brasas", anunció Elvan.
Pero el descanso no era tal, pues el ryb los sermoneaba todo el tiempo. "Mañana empezaréis a volar con las brasas en el pico. En realidad, no es tan diferente de caminar. Aunque debéis tener cuidado de mantener vuestro carbón vivo y ardiendo."
"¡Si!" Bubo retumbó. "El carbón muerto no va a servir de nada, muchachos . No tiene sentido volar aquí con un gran montón de cenizas, frías como Glaux sabe qué."
"Sí," continuó Elvan. "No queremos decepcionar a Bubo."
"Oh, Glaux prohíbe que decepcionemos a Bubo," murmuró Otulissa.
Soren le lanzó una mirada. Había puro veneno en sus ojos. ¿Por qué ella no estaba enfadada por estar en esta brigada? ¿Qué tenía que ver Bubo? pensó Soren. Él sabía por qué, por supuesto. Otulissa pensaba que era demasiado buena para tener nada que ver con Bubo. Ni Bubo ni ninguno de los búhos de esta brigada tenían los distinguidos antecedentes de Otulissa. Era una indignación que no la hubieran incluido en el equipo de navegación de Strix Struma, como se lo había dicho a Soren cuarenta veces la noche anterior.
Elvan siguió hablando durante la pausa. "Y luego, por supuesto, después de que hayan tenido suficientes noches de entrenamiento meteorológico, encontraremos un bonito incendio forestal para ustedes, nada demasiado grande, eso sí. Sólo un pequeño fuego inicial con una buena mezcla de árboles: Ga'hooles, abetos, pinos, maderas blandas y duras. No demasiadas crestas o montañas para complicar los patrones de viento."
"Perdón", dijo Martin, el pequeño Mochuelo Norteño, que había sido rescatado la misma noche que Primrose.
"Sí, Martin", dijo Elvan.
"Bueno, no entiendo por qué necesitamos carbones nuevos todo el tiempo. Una vez que se enciende un fuego, ¿no habría siempre nuevas brasas?"
Qué búho más listo, pensó Soren. ¿Por qué los otros no habían pensado en esta esta pregunta? ¿Por qué se necesitaban nuevas brasas de un nuevo fuego?
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El viaje
Teen FictionSegunda entrega de las aventuras de Soren y sus compañeros, en su heroica aventura por convertirse en guardianes de Ga'Hoole. Comenzó como un sueño. Buscaban el Gran Árbol Ga'Hoole, un lugar mítico en el que todas las noches una orden de lechuzas al...