Capítulo 6

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Los estrechos helados

Parecía que el invierno les había estado esperando tan pronto como dejaron atrás Lagos Espejo. Las ráfagas de aire gélido, con remolinos de hielo, aguanieve y, a menudo, granizo, les golpeaban en todo el cuerpo. Las crestas onduladas de Los Picos se habían vuelto más agudas y empinadas, enviando corrientes confusas de seguir. El hielo comenzó a formarse en sus propios picos y alas, y en pocos minutos, Soren vio a Gylfie girar fuera de control. Por suerte, Twilight aceleró y consiguió ayudarla.

"Vuela a mi paso, Gylfie," gritó por encima del rugido del viento. Y luego giró su cabeza hacia los demás. "Sus alas han empezado a congelarse. Las nuestras también lo harán pronto. Es demasiado peligroso para continuar. Tenemos que buscar un lugar para aterrizar."

Casi tan pronto como Twilight había hablado de las alas heladas, Soren sintió cómo las suyas se volvían repentinamente pesadas. Giró la cabeza y casi jadeó cuando vio sus plumillas, las más sedosas de todas sus plumas, que bordeaban los filos de sus plumas primarias. Estaban tiesas de escarcha y el viento silbaba a través de ellas. ¡Oh Glaux, estoy volando como una gaviota!

No tardaron en encontrar un árbol. Se podría decir que el pequeño hueco era miserable; apenas podían meterse en él, y estaba lleno de bichos.

"¡Esto es espantoso!" dijo la Sra. Plithiver. "Nunca he visto una infestación así."

"¿Ustedes ven algo de musgo por algún sitio?" preguntó Twilight, recordando el extraordinariamente suave y espeso musgo de los Lagos Espejo.

"Bueno, si alguien quiere salir a buscar, puede hacerlo," dijo la señora P. "Mientras tanto, trataré de comer la mayor cantidad posible de estos bichos."

Soren se asomó al hueco. "El viento está subiendo. Ni siquiera se puede ver ahí fuera. La nieve es tan espesa en el suelo que dudo que pudiéramos encontrar algo de musgo incluso si buscáramos."

"Siempre podemos picotear algunas de las agujas de los pinos," dijo Gylfie. "Primero, las arrancas con el pico con suficiente fuerza lo suficiente, y luego dejas que se deslicen hasta tu primer estómago -el que está antes de la molleja-. Mantenlo ahí por un momento, y luego toma más y pica de nuevo. Las agujas de pino salen todas blandas y cuando se secan son casi tan suaves como el musgo. En realidad, técnicamente hablando, no se trata de regurgitar. Es eructar cuando está mojado pero que no salga una egagrópila."

"¿A quién le importa, mientras sea suave?" murmuró Twilight.

"Supongo que vale la pena intentarlo," dijo Digger. "La idea de salir en esa ventisca no me resulta atractiva en lo más mínimo."

Así que los búhos se asomaron al borde del agujero sólo lo suficiente como para arrebatar un bocado de agujas de pino. Todos comenzaron a picotear, luego a tragar los fajos hasta sus primeros estómagos y luego a eructar. Mientras tanto, la Sra. Plithiver se ocupó de succionar gusanos, escarabajos, y uno o dos pequeños gusanos conocidos como asaltantes de plumas, todos los cuales eran muy poco higiénico para la salud de los búhos.

"No creo que pueda comer otro escarabajo aún si mi vida dependiera de ello." gimió varias veces la señora P. durante la hora siguiente

Hubo un enorme gorgoteo acuoso que onduló en el hueco.

"¿Qué fue eso?" dijo Digger.

"Fuiste tú, aquí viene otro." dijo Twiight. Abrió el pico y soltó otro eructo que sacudió el hueco.

"¡Oh, tengo que probar eso!" dijo Digger.

En poco tiempo los cuatro búhos estaban teniendo un concurso de eructos. Se reían y ululaban y se lo pasaban en grande mientras la ventisca de fuera se desataba. También habían pensado en los premios. Había un premio, por supuesto, para el más ruidoso, pero también uno para el sonido más acuoso, y otro para el más repugnante, y otro para el más adorable y más refinado. Aunque todos esperaban que Gylfie ganara con el más adorable, Soren fue quien se llevó ese título, y Gylfie ganó con el más repugnante.

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