Capítulo 21

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Carbón en el pico

¡Tengo un carbón en el pico! ¡Tengo un carbón en el pico! Estas palabras corrían por la cabeza de Soren. Volaba en círculos ascendentes, sin esfuerzo. No estaba chamuscado. No se quemaba, y en su pico había un maravilloso resplandor que, de hecho, parecía inundar todo su ser con una sensación extraordinaria. Era como si cada uno de sus huesos, cada pluma, rebosara de ese sentimiento de poder trascendente. La alegría le llenaba, una alegría como la que nunca había sentido desde la primera vez que voló. Pero cómo consiguió este carbón era todavía un misterio para él. Voló de vuelta a la cresta donde estaban los cubos. Martin estaba a su lado.

"¡Estuviste espectacular, Soren! Estaba tan nervioso cuando vi que se rompía la corona de fuego y luego cuando te vimos ser succionado, casi me desmayo".

"Pero ¿qué pasó?", preguntó Soren. Debían permanecer en la cresta hasta que el resto de la brigada regresara.

"¿Quieres decirme que no lo sabes?"

"No exactamente."

"Hiciste un bucle inverso para escapar del tirón y cuando salías de él este carbón pasó volando cerca. Bubo dijo que nunca había visto un carbón de ese tamaño subir tan alto, ¡pero tú lo atrapaste! Lo atrapaste en el bucle, Soren. Fue mejor vuelo que cualquier cosa que Ruby haya hecho. Fue absolutamente espectacular.

"Gran Glaux, ojalá lo hubiera visto," dijo Soren.

Martin ululó con fuerza. "¡Lo hiciste, Soren! ¡Lo hiciste!"

Otulissa voló después con Ruby y Poot. Tenía el pico lleno y echó el carbón en el cubo. "¡Tengo uno, tengo uno!" Y luego se detuvo y miró hacia arriba, genuinamente modesta ahora.

"Pero, Soren, no es nada comparado con lo que tú hiciste."

"Bueno, gracias, Otulissa... em... eh... Eso es muy amable de tu parte."

Otulissa meneó la cabeza y en realidad no dijo nada por una vez. Martin parpadeó a Soren como si como si dijera: "Me pregunto cuánto durará.

Soren miró a su alrededor en busca de Ezylryb. Se preguntó si Ezylryb le habría visto. Justo entonces, el Autillo Bigotudo se apeó con un cubo. Apenas miró a Soren, pero se ocupó de mover parte del carbón al nuevo cubo.

Oh, no, pensó Soren. ¿Entenderé alguna vez a este viejo búho?

Ezylryb avanzaba por la fila de cubos. Cuando llegó junto al cubo donde Soren había dejado caer su carbón, se volvió para mirarlo. El carbón que sostenía en su pico proyectaba un brillo espeluznante en su rostro cubierto de bigotes. Sus ojos ambarinos parecían enrojecidos. "He oído que has hecho una noche de arduo trabajo", murmuró a través del carbón. Luego añadió: "Magnífico, tal vez." Dejó caer el carbón en el cubo y se fue volando a hablar con Poot.

Comenzaron su viaje de regreso a casa con sólo una hora de sobra antes de la primera luz. "No se preocupen por los cuervos", dijo Elvan. "Nunca se acercan cuando llevamos carbones ardiendo"

Era un hermoso momento para volar. El aire era cada vez más fresco y un ligero viento agitaba el agua en crestas de encaje. Incluso ahora, con las brasas y las cenizas mansas en los cubos, su poder parecía tocarlos. El fuego, por supuesto, era quizás el elemento más importante que hacía al Gran Árbol de Ga'Hoole diferente de cualquier otro reino de búhos. Los hacía más que una comunidad o una reunión de búhos. Los convertía en una hermandad. Y si se levantaban cada noche en la oscuridad para realizar nobles hazañas, tal vez fuera el fuego lo que les ayudaba a hacerlo: el fuego perforado con los fuelles de Bubo para forjar metales y convertirlos en garras de batalla. El fuego domado en velas para leer y aprender. Y aquí estos jóvenes búhos de la brigada, apenas terminados de ser polluelos, volaban de vuelta a través del Mar de Hoolemere con este precioso elemento. No es de extrañar que se sintieran poderosos. Y ahora, mientras el sol se alzaba rojo como la sangre por el este, la voz de Bubo comenzó a retumbar a través del agua. Era la canción de los collieres.

Arde el carbón al rojo vivo,

Portador del precioso fuego soy

La brasa, chisporroteando ha salido.

Y a la chamuscada joya digo hoy

¡Me sumergiré en la humareda!

Estos extraños vientos sortearé

Seré el resplandor que vuela

Sobre las llamas yo viajé

Soy resiliente

Soy resistente

Tantos kilos y kilos de carbón,

Para saciar, oh árbol, tu corazón.

Porque el valor es mi coraza,

Somos los búhos de las brasas.

Llegaron poco después del amanecer al Gran Árbol Ga'Hoole, con sus caras manchadas y sus picos negros de hollín. Pero fueron recibidos como héroes. Las brasas fueron entregadas a la fragua de Bubo y luego hubo un gran banquete.

"¿Dónde está Twilight?" dijo Soren mientras se sentaba con Gylfie en la mesa de la señora Plithiver. "¿Y Primrose?" Soren quería contarle a Twilight lo del incendio forestal. Pocas cosas impresionaban a Twilight pero esto podría.

"Ambos están en una misión y Digger también. Necesitaban a las brigadas de rastreo, y búsqueda y rescate. Algo grande está pasando," dijo Gylfie.

"¿Qué pasa?"

"No estoy seguro exactamente. Boro está siendo muy silencioso al respecto. Pero de repente muchos polluelos necesitan ser rescatados rápido." Justo entonces, vio a Ezylryb acurrucado con Boron y Strix Struma en una esquina del comedor. Parecían terriblemente serios, y vio a Ezylryb asintiendo rápidamente de vez en cuando. Poot empezó a acercarse a los tres búhos, pero le espantaron de inmediato.

Como Ezylryb no había ocupado su puesto habitual con Elvan a la cabeza de Octavia, la mesa del clima y de colliering estaba vacía. Martin y Ruby se habían reunido con Soren y Gylfie donde la Sra. P., junto con Otulissa. "Menos mal que ya podemos comer nuestro topillo asado," dijo Otulissa. "Parece que hace siglos que no comemos nada cocinado."

"Habría pensado que estarías harta de cosas asadas después de volar hacia ese fuego," dijo la Sra. P., y todos rieron. "Ahora tengo un pequeño anuncio que hacer," La vieja serpiente nido habló suavemente.

"¿Qué es, Sra. P.?" preguntó Soren.

"Bueno, me han pedido que me una al Gremio del Arpa."

"¡Oh, Sra. P.!" gritaron todos.

Tal vez la visita de Soren a Madame Plonk había servido para algo. No se había atrevido a volver desde que había visitado sus extraordinarios apartamentos aquel día. Soren no podía estar más feliz. Todo, pensó, era realmente perfecto. Pero en cuanto pensó en la palabra 'perfecto', se dio cuenta de que no, no del todo. Y una vez más ese extraño sentimiento de melancolía comenzó a cernirse como una niebla sobre él. Esta vez supo inmediatamente de qué se trataba. Eglantine. ¿Qué le había pasado a su querida hermanita? Supuso que, si estuviera viva, y si no hubiera sido capturada por San Aegolius o algo peor, ya estaría volando. Pero, ¿quién podría verla? Ni siquiera sus padres. ¿Quién sabía si seguían vivos? Soren se quedó muy callado. La Sra. P. percibió su tristeza.

"Sube luego, Soren querido, siéntate conmigo un rato para que me cuentes todas tus aventuras en el bosque en llamas."

"Claro, señora P." dijo distraído.

Pero no lo hizo. Simplemente estaba demasiado cansado por el vuelo, el trabajo y el fuego, para hacer otra cosa sino dormirse. Estaba tan cansado que ni siquiera oyó la hermosa voz de Madame Plonk. Y debajo de la voz aquella mañana había un sonido ondulante especialmente encantador, casi líquido, cuando la señora Plithiver se deslizaba con una presión constante muy rápidamente desde el punto medio en una cuerda y se extendía por la siguiente octava, todo el camino hasta Sol bemol. Era un movimiento virtuoso y Madame Plonk sabía que había tomado la decisión correcta. Esta señora P. tenía el toque de un maestro para que coincida con su magnífica voz.

Pero, por supuesto, Soren durmió durante toda la velada, soñando quizás con su hermanita, aunque tal vez, estaba demasiado cansado para soñar.

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