3-Horribles sorpresas.

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Me dirigí a uno de los pocos edificiosque se encontraban abandonados a las afueras de la ciudad, paraquedarme allí y pasar la noche; en las ventanas, en vez de habercristal, habían trozos de cartones mal puestos que no impedían quepasara el viento, pero, aunque estábamos en pleno invierno, no teníafrío, sentía como si fuera una cálida noche de primavera; meacurruque encima de un cartón que había encontrado en ese mismolugar y me quede allí, tirado en el suelo, intentando dormir, sinpoder sacar de mi mente todas esas preguntas que me rondaban. Pasaronun par de horas hasta que los rayos del sol empezaron a entrar entrelos cartones que cubrían las ventanas, sentía como incidían en mipiel acompañados por un pequeño ardor, pero cuanto más tiempopasaba expuesto a ellos más me dolía, me obligaron a levantar perono me imaginaba que el sol me pudiera hacer tanto daño; en las zonasde mi piel que habían estado expuestas al sol, se apreciaban unasgrandes llagas, en las cuales la piel estaba muy quemada, tenía uncolor rojo fuego y se caían pequeños pedazos de la misma, lo que merecordó a las quemaduras hechas por incendios que habíamosestudiado en clase de biología. Llegué a la conclusión de que nome podía exponer al sol, cada vez las cosas se ponían peor, y laspreguntas que volvían a mi mente aumentaban, ¿Por qué el sol mehace tanto daño?, ¿Por qué tengo está sed tan grande?, ¿Esoscaninos de dónde salieron y a dónde se fueron?

Llegó a mis oídos una especie degrito ahogado, el cual provenía del edificio, me dirigí al lugar dedonde provenía lo más lento que pude, aunque no sirvió de muchoporque fui igual de rápido que siempre; ese grito lo habíaproducido una pobre vagabunda que se encontraba tirada en el sueloquejándose de algún dolor interno, ya que por fuera no se apreciabaninguna herida que provocara dicho dolor; me acerque a ella, lesonreí con amabilidad y le extendí mi sudadera, la cual habíautilizado como almohada, para que se tapara, solo quería que setranquilizara antes de que ese instinto incontrolable se apoderada demí; no paso mucho tiempo hasta que esto sucedió y fue entoncescuando me abalance sobre ella y esos dos grandes caninos volvieronaparecer, le mordí el cuello y empecé a drenar su sangre,noté como poco a poco se iba desvaneciendo su vida entre mis brazoshasta que el corazón dejo de latir, además las heridas producidaspor el sol habían sanado; la deje allí sobre el suelo y me alejélo más rápido que pude, como no podía salir del edificio al ser dedía, subí a la última planta y me quedé allí sentado, lleno desangre, sólo podía pensar en que había matado a una persona y que,después de todo, lo había hecho por un bien propio, lo que hizoque el remordimiento de conciencia aumentara. Una vez se hizo denoche salí del edificio y empecé a deambular por las calles de laciudad, solo intentaba aclarar y asimlilar todos los hechos ocurridoshasta entonces, cuando se pasó por mi mente algo que había olvidadopor completo, ¿dónde está Tyson?, cuando me desperté en elcementerio ya no estaba, ¿ a dónde fue?; pero ese no era miprincipal problema, solo quería saber en qué me había convertido,en ese momento, llegó a mi mente la última conversación que tuvecon Tyson antes de todo esto.

-Tío, no sabes lo que hedescubierto- me dice Tyson realmente emocionado, sentándose a mílado.

-Dime- digo sin demasiado interés,sin apartar mi vista del campo donde entrenaba el equipo de fútbol.

-Te acuerdas que me puse ainvestigar las desapariciones que ocurrieron el mes pasado.

-Sí.

Tyson siempre ha sido el típicochico rarito que le encanta investigar cosas en las que otraspersonas no ponen mucho ineterés o simplemente no creen. Por eso mecae bien, somos totalmente diferentes y nos complementamos.

-Pues descubrí que empezaron justocuando se mudó la chica que vivía al lado de la biblioteca yterminaron cuando ella se volvió a mudar.

-¿Y?

-Pues he estado investigando un pocosobre ella y he descubierto que nunca ha vivido más de un messeguido en una ciudad y que han habido desapariciones en el sitiodonde está pero, una vez que se va, paran.

-¿Quieres decir que ella lossecuestra?- le digo con sarcasmo- Si mide menos que tú y noprecisamente han desaparecido personas pequeñas con las que ellapueda.

-Al principio a mí también meparecía raro pero he llegado a una conclusión- hace una pausa deunos pocos segundos y sigue- es... un vampiro.

-No seas idiota, los vampiros noexisten.

-Sí que existen y te lo voy ademostrar, he averiguado donde vive ahora y voy a su casa paraobtener pruebas y enseñártelas- dice con un tono bastante serio.

-¿Ahora que eres?, Tyson el cazavampiros- digo con tono de burla.

-Ya lo verás- dice mientras sealeja de mi muy convencido de lo que dice.


¿Cómohe podido ser tan idiota?, claro, la encontró y ella loconvirtió por meterse donde no debía, y él para demostrármelotambién me convirtió a mí. Así que ya está claro, soy unvampiro.


Ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora