8-Sonrisas sinceras.

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Durante todo este tiempo nunca me había arrepentido tanto después de matar a alguien, mi instinto se apodero de mí y me segué además su insistencia hizo que me enfureciera, pero ya no hay vuelta atrás, lo único que espero, es que nadie se ponga a escavar en el bosque, y lo encuentre allí enterrado.

En ese momento escucho a alguien tocar la puerta y me dirijo a abrirla.

-¿Quién es?

-Briana.

Me emociono al oír su voz, no esperaba que viniera, hizo que se me saliera una de esas sonrisas tontas que les salen a las adolescentes cuando ven al chico que les gusta.

-¿Qué haces aquí?- digo mientras abro la puerta.

-Me quede preocupada cuando te fuiste de clase sin decir nada.

-Tenía cosas que hacer, no hacía falta que vinieras- le digo intentando que suene con indiferencia.

- puedo pasar?

-En, sí, pasa.

-Bonita casa- dice mientras inspecciona el recibidor y el pasillo.

-Gracias.

-Te traje los deberes de física que mandaron- dice mientras se gira hacia a mí.

-No tenías porque, o querías verme por otro motivo- digo con mi media sonrisa.

-No seas tonto, solo quiero ser una buena compañera. ¿Y tú padre?

-Está trabajando. 

Como Briana llegó por sorpresa no me dio tiempo de llamar a Caleb para que viniera pero parece que se ha creído mi mentira, así que le indico con la mano para que siga caminando, cuando llegamos al salón le tocó el hombro para que se pare y notó como todo su cuerpo se tensa, y bruscamente me quita la mano de su hombro.

-Lo siento, no estoy acostumbrada a que me toquen- dice al ver mi cara de asombro tras su reacción.

-Eso lo podemos arreglar.

Me acerco poco a poco, le quito los libros que tiene en la mano y los dejo en la mesita de la sala,  le aparto el pelo detrás de los hombros, le toco suavemente la mejilla con los dedos, noto como su cuerpo se pone tenso, pero hago caso omiso y sigo, me quedo a unos poco centímetros de ella y me agacho hasta que nuestros labios quedan a la misma altura y, sin pensármelo dos veces, la beso con fuerza, al principio  se queda quieta pero, poco a poco, su cuerpo comienza a relajarse y nuestros labios se funden en un solo movimiento pero, de repente, me empuja, me da una cachetada, coge sus libros y sale corriendo.


Ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora