17-Un peso menos de encima.

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Los rayos del sol entran por la ventana e inciden en mi piel, la cual, rápidamente, se quema, me levanto de golpe y cierro las cortinas, en ese momento me percato de que aún sigo en casa de Briana, la busco por la habitación pero no hay rastro de ella, cuando me dispongo a irme, me doy cuenta de que hay una nota encima de la mesilla de noche.

-"Querido señor vampiro, espero que haya descansado bien, es increíble como alguien como usted puede dormir y parecer un angelito, bueno hoy está haciendo un día radiante así que me imagino que no podrá salir de mi casa hasta que oscurezca, espero que pasen rápido las horas para poder volver al castillo, mantenga sus colmillos controlados mientras llego. Un beso, Briana.", definitivamente está chica está loca- digo con una gran sonrisa dibujada en la cara, después de haber leído la carta.

En parte se que tiene razón, no podré salir de aquí hasta que se valla el sol, no puedo correr el riesgo de que alguien me vea quemándome por la calle mientras me dirijo a mi casa, decido quedarme, pero ¿qué puedo hacer mientras tanto?, voy a la biblioteca, que es el único lugar en el que he estado aparte del cuarto de Briana, empiezo a leer los títulos de los libros que se encuentran en las estanterías, no hay ninguno que me llame la atención, así que decido dar una vuelta por la casa; es bastante grande, tiene dos plantas, en la de abajo se encuentra la cocina, un salón, la biblioteca, un baño y el comedor, en la parte de arriba hay cuatro habitaciones, la de los padres de Briana, la de ella, la de invitados y una cerrada con llave, además de dos baños.

Entro de nuevo en la habitación de Briana y empiezo a buscar entre sus cajones, me sorprendo cuando encuentro una pequeña navaja dentro de una cajita, la sacó y me pongo a jugar con ella, me cortó diferentes partes de mi cuerpo y cuento cuánto tarda en sanar, el brazo, la pierna, la mano, nada se salva a los cortes pero todos estos desaparecen rápidamente, hace tiempo que no me sentía tan bien, es como si me hubiera quitado un peso de encima, aunque solo le haya contado la verdad a medias, sé que no se marchará corriendo y eso me alivia.

Escucho a alguien que abre la puerta y me escondo en el armario, oigo como sus pasos se van acercando y, por su olor, sé que es mi niña tonta, espero a que entre a la habitación para salir.

-¿Siamon?- dice mientras abre la puerta.

En ese momento me abalanzó contra ella, tapándole con una mano los ojos y con la otra la boca, ella se empieza a retorcer intentando zafarse.

-Tranquila, tengo mis colmillos controlados- digo susurrándole al oído y noto como se relaja.

La voy soltando poco a poco y noto como me da un codazo en el estómago.

-Me asustaste.

-Ay- digo frotándome el estómago y haciendo una mueca de dolor.

-¿Te dolió?- dice acercándose a mí.

-No, pegas como una chica- digo con una gran sonrisa en la cara y mientras la acerco a mí.

-Soy una chica- dice a centímetros de mi cara.

Acto seguido la beso con fuerza, apoderándome de su boca, ella me sigue el ritmo, nos vamos acercando, poco a poco, a la cama, y nos apoyamos sobre ella, me quito la camiseta y la tiro al suelo, después le voy desabrochando, lentamente, los botones de su camisa, la saco por sus hombros y también la tiro, empiezo a dejarle un camino de besos en su abdomen y cuando me dispongo a desabrocharle el pantalón me detiene.

-Espera.

-¿Por qué?

-Es que yo nunca...

-Tranquila podemos esperar- digo con una sonrisa tranquilizadora, aunque en realidad no quiera esperar.

-Gracias- dice mientras me deja un beso casto en la comisura de mis labios.

Una vez me pongo la camiseta y me despido de Briana, me marcho de su casa, con una pequeña decepción soportable.

Ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora