5-No confíes ni en tu sombra.

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Esa chica, Briana, me llama la atención, no es la típica que va detrás de un chico hasta conseguirlo, es tímida, no habla mucho, pero lo que más me gusta es que cada vez que me acerco a ella se le acelera el corazón, ese bombeo constante me atrae como polilla a la luz. Hace dos semana que voy al instituto y todavía no consigo hablar más de dos minutos seguidos con ella, siempre se aparta de mí, huye, parece que le da miedo mi presencia, aunque me va a costar, sé que no se resistirá a mí, ninguna lo hace, siempre caen a mis pies, les cautiva mi misterio además mi físico también ayuda. Sé que le gusto, porque si no fuera así no se pondría tan nerviosa cuando estoy con ella, estoy pensando que podría ser mi pequeño "juguete" con el que me puedo divertir a mi antojo, donde y cuando quiera, y después irme sin más; será una más de mi interminable lista. En ese momento una voz me saca de mis pensamientos.

-Han empezado a desaparecer personas, en concreto dos chicas, las hermanas Harris-dice la chica que se sienta al lado mío, Beatrice, con el miedo notable en su rostro

-¿Así? pues no tenía ni idea- digo con sarcasmo, pero ella no lo nota.

-Dicen que un asesino anda suelto.

-Pues deberías tener cuidado, te pareces mucho a ellas- digo intentando esconder una sonrisa.

-No me digas esas cosas que ya estoy lo suficientemente asustada. 

-Si quieres te puedo acompañar a tu casa para que no vallas sola- digo con una sonrisa tranquilizadora.

-¿Enserio?, te lo agradecería mucho- y acto seguido me da un abrazo.

-Claro- le digo al oído.

Después de acabar las clases nos dirigimos, Beatrice y yo, hacia su casa, cuando me asegure de que estábamos completamente solos, la tiré a un callejón y me coloque encima de ella, se le acelero su corazón y su miedo era palpable en el ambiente, esto me encanta, me encanta oír como la sangre es bombea cada vez más rápido, hace que mi instinto se apodere de mí, y saqué mi lado más primitivo; me fui acercando a su cuello, olía su sangre incluso estando todavía en ella, la agarre del cuello, la levanté y la puse contra la pared, todo eso en cuestión de segundos, me gusta más comer de pie, así no me mancho la ropa, me acerque a ella, inspire suavemente el olor de su cuello, me alejé, le sonreí dejando así que viera mis enormes caninos, le mordí con frialdad y empecé a drenar su sangre, poco a poco, saboreando cada gota, sintiendo como se apagaba su vida entre mis brazos; una vez termine la subí a hombros y me la lleve a la parte trasera de mi casa, donde la enterré con las otras dos chicas que ya había matado. Al principio me sentía mal cada vez que hacia esto, pero el tiempo y otro vampiro han hecho que me guste, que lo disfrute cada vez más, que ese remordimiento de conciencia desapareciera y que la parte buena de mí se fuera con él.


Ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora