Poseídos.

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(Música ambiental)

Observo con mesura a aquel infante postrado en la pequeña cama, la almohadilla de algodón, cubierta en líquidos que yo ni sé que rayos son, retozando en el pequeño colchón de lana sobre los jucos que se retuercen por una fuerza inhumana, sus manos completamente ennegrecidas se queman en vida, escoriadas, derramadoras de la vida que se escurre en carmesí, serpientes de acero se enroscan a su alrededor, enredando su pequeño cuerpo, pues, sus alientos se han detenido, pero su cuerpo sigue luchando, sus ojos ya no se abren siquiera, pero su boca suelta gritos desgarradores que resuenan por toda esta choza de madera, el infante lagrimea, alaridos agónicos salen desde lo profundo de su garganta, sus extremidades aún golpean la delgada madera con violencia desesperada, tomo su cabeza con fuerza como para romper una maldita piedra, mis gruesos guantes de cuero casi parece que se van a desgarrar, mientras que aquel grueso pedazo de tela es introducido en su boca por otro de los hombres del lugar, le expliqué mil y un veces que mientras yo lo retuviera no le podría hacer nada, pero, aún así, sus manos parece que se le van a caer al piso de tanto que se estremecen, me dan mas nervios ver su temblor que de ver como le empieza a hervir la piel de carbón al niño, saco un pequeño frasco de ceniza, hago las marcas funerarias en su frente y sus mejillas, no hace mucho que me las enseñaron las gentes del lugar, pero, intentó por todos mis medios que las líneas salgan correctas, entonces concentro toda mi fuerza en mis manos, veo aquella luz salir de estas, sin tener miedo a lo que pasara, poso ambas manos en los lados de su cabeza y entonces conjuro un rezo de despedida para el muchacho "Oh inocente alma, que tanto ha sufrido y hecho sufrir a otros, te libró de esta fuerza que ata tu cuerpo a una falsa vida, te doy la paz que en el final de tus últimos momentos de conciencia no tuviste" puedo sentirlo, algo se retuerce dentro de el, no se ve a simple vista, pero esta cosa se arrastra, cambia, deforma todo a su alrededor, trata de ir mas hondo, pero, no importa donde valla, el cuerpo inerte de este muchacho no le servirá de escondite, poco a poco siento su presencia desaparecer, los bruscos reflejos del niño ceden ante la presión, por fin sus ahogados chillidos se detienen, retiro mis manos de su cabeza, ya su movimiento se ha detenido, aquel poder incomprensible de aquella consciencia tan extraña ha abandonado su carne a la deriva, retiro la tela de su boca, aquel liquido rojizo sale a través de esta, al tocar la piel del cuerpo la derrite, el humo sale mientras aquello se escuece, burbujeante y recalcitrante, mis cosas aún se hallan a un lado de la cama, tomo mi saco y mi pequeño sombrero, mi trabajo ya no se necesita aquí, los que lo engendraron y quienes lo vieron en su mas tierna infancia, todos los que su sangre comparten se apilan contra el endurecido cadáver postrado en la sucia cama con el cuello roto y las costillas asía adentro, las lagrimas brotan de sus cuencas, humedeciendo la delicada piel de aquella joven promesa de este pueblo, ahora desvanecida por aquella podredumbre que su mente corrompió; un día normal para un limpiador de mi clase, "Exorcista" me llaman aquellos hombres de sotanas blancas en mis heladas tierras natales, "Brujo" dicen estos habitantes de esta aldea en Tanzania, "Brahmán" me llaman en aquella lejana tierra abarrotada por miles de millones de almas, yo solo me dedico a acabar con los que los de mi clase llamamos, "Poseídos" hombres, mujeres, niños y ancianos que sucumben ante las promesas de poder que aquella voz en su cabeza les propone, sin saberlo, dejan que sus mentes sean usadas como un juguete por fuerzas mas allá de la comprensión, ayudando a que seres que escapan del conocimiento de mortales e inmortales tomen posesión de sus cuerpos, acabo de terminar con este niño, un poseído de lo que llamamos el nivel dos, los que ya tienen la mente afectada, pero, que no pierden el control hasta no perder la consciencia, cuyos cuerpos apenas y son modificados por lo que habita en su interior, aquel niño presentaba síntomas de psicosis y de conductas autodestructivas, seguía consciente de si mismo, seguía con dolor y cada vez que el liquido carmesí brotaba de las yagas en su cuerpo este corroía todo, incluso su piel, por suerte para el pequeño su padre mantenía contacto con uno de los nuestros, mala suerte para la aprendiz que enviaron de primeras, aquella pobre jovencita inexperta acabó sin dedos en un momento de descontrol del niño, por lo que yo tuve que ser llamado, me costó mucho acabarlo, pues perdía el control estando ya cerca del nivel tres, pero, logré romperle el cuello, dejándolo algo más inmóvil, con ello el resto fue fácil, las enseñanzas de mi Gran Maestro en el arte de las almas y la energía vital dentro de todos es la clave, ya he dominado aquellas artes ancestrales, gracias a ello es que puedo manipular la propia esencia de la mente de estos poseídos.

La cruzada de CrewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora