Chapter 10.

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- ¿Enid? - Wednesday susurró, luchando por mantener la compostura y no devolver un fango lloroso de baba sentimental. - Es lo más dulce que alguien me haya dicho en mi vida -.

- No vas a llorar, ¿verdad, Wends? - Su tono relajante la sacudió. - Dime que estás bien o iré allí ahora mismo. No quiero que te enfades - Wednesday podía escuchar el calor y la preocupación en la voz de Enid la hizo sonreír.

- Estoy bien. No hay necesidad de apresurarse aquí -.

- ¿Está segura? -.

- Sí -.

- ¿Realmente segura? - Insistió Enid.

Wednesday se rio brevemente. La preocupación de Enid la llenó de una calidez diferente a la que acababan de compartir.

- Sí, tengo certeza -.

- Entonces te veré mañana a las siete, Wends. Duerme bien esta noche. Y sueña conmigo -.

- ¿Eso es una orden? - Bromeó Wednesday.

- No, solo una sugerencia firme -respondió Enid.

- Entonces lo pensaré - Ella concedió. - Buenas noches, Sinclair -. Con el - buenas noches, corazón - de Enid hizo que una sonrisa apareciera en los labios de Wednesday al presionar el botón en el teléfono, cortando la conexión.

Enid había sido muy dulce y atenta. Y tan dominante. Wednesday abrazó fuertemente la felicidad que surgió en ella.

Inconscientemente había anhelado una mujer que tuviera la confianza y la fuerza del carácter para dominarla, no cruelmente, sino con amor y preocupación.

Y todas esas palabras de afecto, pensó. Cariño, mon chéri, dulzura, Wends.

- Me gusta -. Murmuró Wednesday, tendida perezosamente en el sofá. Se levantó, recogió sus bragas arruinadas y se dirigió al baño para una agradable ducha caliente. En el camino, una revelación lo asaltó. -Me vine sin un vibrador. ¡SI! - Celebró.

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Preparada puntualmente a las siete, Wednesday esperó nerviosamente a que llegara. Vestida para el cálido clima de agosto, llevaba una playera celeste con letras y dibujos, unos pantalones naranjas que hacían juego con sus tenis y un beanie naranja.

Había soñado con una noche maravillosa, y de hecho había resultado ser un sueño muy agradable, si recordaba correctamente, soñaba con Enid  Algo así como una noche cálida y un paseo por el bosque, que terminó con un interludio apasionado junto a una corriente fría. Todo en el sueño parecía vivido y real, excepto Enid y ella misma. Sabía que era ella, podía sentirla y saborearla, pero no podía verla. Excepto sus ojos. Ojos de un color ámbar dorado que brillaban con una luminiscencia sobrenatural. Esos ojos deberían haberla asustado, pero eran extrañamente irresistibles.

Wednesday apartó esos pensamientos cuando vio el auto de Enid. Había un escalofrío en su vientre. Había pensado que terminaría superando el estremecimiento que corría por su estómago cada vez que la veía. Pero aparentemente no sucedería esta noche. Enid salió rápidamente del auto y se dirigió al porche, donde Wednesday esperaba en silencio.

- ¡Oh, Dios mío! - Wednesday suspiró. La realidad de la situación la golpeó como una avalancha. - Me voy con un bombón -.

Enid caminaba suavemente y con confianza, como un depredador seguro de su dominio. Simplemente estaba vestida, combinando blanco y negro. Un par de botas negras, vestía jeans negros y una camisa blanca con el cuello abierto, revelando algo de su escote.

El sol de la tarde las envolvió.

Tan pronto como Enid la alcanzó y se quitó las gafas de sol que protegían sus ojos, observando su absoluta quietud, envolviéndola en en el azul intenso de su mirada. Un temblor de reconocimiento recorrió a Wednesday, el reconocimiento inherente de una hembra en presencia de una alfa.

Y los alfas requerían sumisión.

Wednesday comenzó a sentir necesidades que nunca había admitido o explorado. Imaginarse a sí misma siendo dominada y en total pérdida de control le causó una agitación y una confusión molesta. Wednesday se encontró rogando en una serie de emociones opuestas, desde la lujuria pura y primitiva hasta un miedo que instigaba su instinto de preservación. Entrar en las manos de esta mujer, darle confianza, era lo más tentador y aterrador que había tenido que enfrentar. Se obligó a ponerse de pie, aunque sintió la necesidad de darse la vuelta y correr por seguridad, la suya y la de ella.

Audazmente levantó la vista y encontró su mirada admirativa. Enid se acercó al porche y estudió a Wednesday. Parecía dulce e inocente con su vestimenta. Su cabello rubio, junto con su playera, resaltaba el color de su piel suave y cálida. Sin embargo, un gruñido silencioso retumbó en su pecho. Ella conocía la pasión que cubría este exterior inocente.

El gran lobo malvado estaba ansioso por jugar.

Para un observador normal, parecería tranquila y serena, pero Enid podía sentir su confusión interior. Su aguda visión detectó la dilatación de sus pupilas y el oscurecimiento del iris mientras sus emociones giraban. Podía oler el comienzo de su deseo, así como el miedo que la estaba corrompiendo. La necesidad instintiva de tomar a su compañera la sacudió con fuerza. Si hubiera sido cualquier otra mujer, habría dejado que su naturaleza dominante lo gobernara y tomara lo que quisiera.

Sus antiguas compañeras habían entendido sus necesidades y deseos, y sabían que esto era solo una solución temporal. No hubo necesidad de ninguna precaución. Los apetitos habían sido saciados, satisfechos por ambas partes, y la relación terminó sin enojo ni reproche.

Wednesday era impredecible. No tenía dudas de que ella era su compañera, y su derecho a tomarla era innegable, pero a pesar de que a veces mostraba un exterior difícil y espinoso, tenía un corazón sensible y un alma delicada. Y la habían lastimado. Su confianza fue traicionada y su seguridad en sí misma fue socavada.

El lobo dentro reconoció la necesidad de Wednesday de ser dominada y controlada. La mujer ya reconoció su necesidad de ternura y seguridad. Presionar en cualquier dirección llevaría al fracaso.

Juntos, ambos lados de su naturaleza, buscarían un equilibrio que premiara el amor y la confianza de Wednesday.

Juntos, ambos lados de su naturaleza, buscarían un equilibrio que premiara el amor y la confianza de Wednesday

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