Capítulo 1

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1- Mi madre es una asesina, final inesperado

La policía llega súper rápido y, si antes me costaba desplazarme por el salón, ahora ni siquiera puedo estar parada en el mismo sitio porque me empujan.

-Disculpe... -intento hablar con un policía pero alguien me empuja y lo pierdo de vista.

Necesito encontrar a mi madre. No la he visto por ninguna parte y la ambulancia ha ido hacia su oficina.

Intento abrirme paso, pero no funciona por la manera agradable así que comienzo a empujarlos a todos de mi camino. Cuando veo a unos paramédicos en la puerta de la oficina de mi madre llevándose un cadáver se me ponen los pelos de punta.

Corro hacia su despacho y cuando logro ver quién hay dentro, porque la puerta está abierta, descubro que ella está bien. Pero parece demasiado tranquila.

Camino deprisa hacia su lado y cuando me mira, su mirada se suaviza.

-Mamá -suspiro aliviada. Hago un ademán de abrazarla, pero su mano me detiene gentilmente y acaricia mi rostro durante unos segundos para luego apartarme de su vista.

Pero no pasa nada, solo quería saber que estaba bien.

-Me temo que tendremos que llevarla a la comisaría y hacerle el interrogatorio allí, señora -dice uno de los policías que está en la oficina.

-¿A comisaría? -repite, petrificada- Ya les he dicho todo lo que han de...

-Es el protocolo, no podemos hacer nada al respecto -informa y señala la salida, pacíficamente.

-¿Puedo ir con ella? -pregunto y mi madre se gira hacia a mí.

-No. Debes de despedirte de todos y explicarles que lo que ha pasado no ha sido más que un malentendido, ¿vale?

No me da tiempo a responderle, se va con los policías luciendo relajada. A mí me tiemblan las manos bastante.

No sé qué ha pasado exactamente. Vale, ha muerto alguien y ha sido cerca de su oficina, ¿pero la están acusando o solo quieren su testimonio? Quizá solo estoy pensando chorradas.

Ella es inocente.

Camino hasta la cocina intentando que nadie me vea y busco a Agatha, la empleada, pero no la encuentro.

Entonces me giro y la veo hablando con uno de los invitados, como calmándolo.

-Agatha -la llamo, intentando no llamar la atención del invitado y ella me ve, le hago un gesto para que se me acerque y obedece.

-¿Qué ha pasado? -inquiero- ¿Has hablado con mi madre antes de que viniera la policía?

Niega con la cabeza.

-No, señorita Elise, yo he estado todo el tiempo atendiendo a los invitados, cerca de usted, ¿no me ha visto?

Hago una mueca y me paso las manos por la cara.

-Hazme el favor de despedir a todos los invitados y disculparte, voy a mi habitación.

Camino por el pasillo que lleva directamente a las habilidades para ahorrarme ver a todos los invitados.

No sé qué ha pasado ni en mi propia casa, increíble.

Cuando llego a mi cuarto me dejo caer en la cama muerta del sueño, pero aun así no puedo dormir. Me paso lo que parecen horas dando vueltas en mi cama, con mil pensamientos en la cabeza.

Entonces, suena el teléfono del salón y me levanto corriendo para atenderlo, pero cuando llego veo a Agatha con él en la mano.

Le hago un gesto para que se aparte y atiendo yo, con la esperanza de que sean buenas noticias.

-Buenas noches, ¿casa de los Gómez?

-Sí, soy Elise Gómez, ¿quién habla?

-Hola, soy el agente Jones, le hablo para informarle que la señora Gómez va a pasar la noche en comisaría ya que se han encontrado pruebas en su contra, en un par de días la trasladaremos a la cárcel de la ciudad.

Las palabras suenan surrealistas. ¿Mamá una asesina? Me late el corazón terriblemente rápido y me tiemblan las manos.

-Ella debería... ¿No tiene derecho a un abogado? Solo han pasado...

Agatha me arrebata el teléfono y no oigo lo que dice, he de apoyarme en la pared para mantener el equilibrio. Parece que el mundo se está acabando.

-Llama a una ambulancia -pido con la voz temblorosa. No puedo sentir las puntas de los dedos.

Agatha me ayuda a sentarme en el suelo y sujeta una de mis manos contra las suyas, que están heladas.

¿No me ha oído?

Creo que me está dando un ataque al corazón. No puedo respirar, ni escuchar, ni pensar. Siento que me voy a desmayar.

Entonces, pasados unos minutos, el dolor se va desvaneciendo.

Me doy cuenta de que estoy tumbada en el suelo y estoy sudada. Agatha me mira con preocupación.

-Le ha dado un ataque de pánico, por eso no he llamado a la ambulancia -me informa y ayuda a levantarme.

-Gracias -mascullo y camino de vuelta a mi habitación, con un dolor de cabeza terrible.

Cuando se apaguen las lucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora