Capítulo 18

747 43 3
                                    

18: Una vuelta al pasado

Años antes

Una chica rubia corría por las calles de París. Llegaba tarde a su primera clase en la universidad, que evidentemente ella no había pagado. Se las había arreglado para que su "amigo" le concediera un préstamo, pero había valido la pena porque ahora podía estudiar diseño de moda de alta costura.

—¡Chanel!

La chica se giró justo antes de entrar en el edificio. Un joven le sonrió y se le acercó corriendo, ella no lo conocía.

—Se te ha caído esto —le tendió un cuaderno en el que ponía su nombre. Con razón lo sabía.

—Gracias.

Aceptó lo que el chico le daba y se dio la vuelta de nuevo. No podía distraerse, ya llegaba tarde. Corrió por toda la universidad para llegar a tiempo a su aula, apenas se estaban sentando todos cuando llegó. Tampoco había tardado tanto.

Al sentarse en un lugar al azar, dejó su bolsa de marca falsa en sus pies y sacó el cuaderno que el chico le había devuelto.

Prestó suma atención a todo lo que la profesora decía, aunque ese día apenas hicieron nada que ella no supiera aún. Ella había estado todo el verano investigando sobre lo que iba a estudiar. Estaba preparada.

Al salir de su primera clase, volvió a chocarse con el mismo chico. Ella no tenía ganas de plantarse a hablar con él, pero quizá él sí quería.

—Antes apenas hemos hablado —dijo, sonriéndole y ella hizo una mueca, intentando no parecer muy borde—. Soy José.

—¿Español? —adivinó ella sin muchas ganas de seguir con la conversación.

José asintió, lleno de esperanza por charlar con ella.

—Quizá algún día podamos...

—Me encanta tu camisa, ¿es Gucci, no? —interrumpió ella y se le acercó para acariciarle el cuello de la prenda, mirándolo a los ojos— Muy cara como para que te la puedas comprar tú. ¿Regalo de tus papis, no? Supongo que si quedáramos también me invitarías con el dinero de tus papis.

Él no respondió, parecía sorprendido al igual que enfadado.

—Uy, qué tarde llego. Adiós.

Se fue corriendo dejando al chico con la palabra en la boca. Ella pensó que por fin se había librado de él.

Pasaron días sin que Chanel lo volviera a ver. Ella se pasaba las noches estudiando así que tampoco tenía tiempo para investigar mucho sobre José. De hecho, hasta se había olvidado su nombre.

Pero un viernes, mientras salía de clase, una bicicleta casi la atropella al parar bruscamente enfrente de ella.

Chanel se aferró a su bolsa falsa con todas sus fuerzas. José se quito el casco de la bici y le sonrió.

—¿Te gusta? Me la he comprado yo mismo —presumió.

Ella le regaló una sonrisa falsa.

—La primera cosa que compras con tu propio dinero, ¡bravo! Ya me tengo que ir...

Él la detuvo, parecía ilusionado con todo lo que estaba haciendo, pero también decaído por los rechazos de la rubia.

—Me he estado partiendo la espalda para ahorrar... Podríamos ir a por un café, yo invito.

A Chanel la palabra "gratis" le encantaba. Y también le encantaba que alguien la deseara tanto.

—Bueno. Cuando tenga un espacio te digo.

Pero a pesar de todo, ella no lo contactó. Tenía muchas cosas en las que pensar y que hacer. La universidad no era fácil para alguien con bajos recursos y eso ella lo sabía muy bien.

José no quería buscarla de nuevo. Aunque llevaba días observándola. No espiándola, para nada. Solo quería saber cómo le iba.

—Chanel —la llamó su padre una noche—, ¿y la cena?

Ella cerró el libro que estaba leyendo de golpe y se levantó del sofá.

—Pensaba que mamá la estaba haciendo —susurró y fue a la cocina a prepararle algo a su padre.

—Tu madre ha vuelto a irse, no creo que vuelva esta vez. —El señor le dio una calada al cigarro y expulsó todo el humo.

Chanel hizo una mueca. Su madre no le caía muy bien. Jamás estaba en casa. Y, cuando lo estaba, se la pasaba discutiendo con su padre.

Ella se había prometido a sí misma no ser como su madre el día que tuviera un hijo.

—Toma —le tendió el sándwich a su padre y él asintió en agradecimiento.

Al volver al sofá, continuó leyendo su libro. La televisión estaba muy alta, se estiró sobre la mesa para alcanzar el control remoto y apagarla.

—¿Qué lees? —preguntó su padre, dándole otro bocado a su comida.

Pocas veces se había interesado en algo que ella hacía.

—Cumbres borrascosas.

—¿El qué?

—Un libro antiguo —se limitó a decir, esta vez. Su padre se encendió otro cigarro cuando se le acabó el último.

—Tú salvarás esta familia, Chanel, yo lo sé. Tu madre y yo no hemos tenido buenas suerte en la vida, pero...

Ella desconectó en cuanto vio que su padre no callaba y continuó leyendo. Siempre le decían lo mismo, que se haría rica y podría ayudar a toda su familia. Y odiaba esa responsabilidad, esa que no era suya.

Al día siguiente, fue ella quien se sorprendió a sí misma buscando a José en el campus de la universidad. Lo encontró hablando con un grupo de chicos y chicas, todos parecían agradables y ricos.

Se descolgó la bolsa del hombro para colgársela en el antebrazo y caminó lo más recta posible hacia ellos.

Cuando estuvo al lado del chico, se le olvidó de repente su nombre. Solo le tocó el hombro, un par de veces, y se giró.

Parecía sorprendido al verla ahí, como si después de todo ese tiempo no se lo esperara.

—Soy Chanel —saludó ella a los demás y luego volvió a mirarlo—. ¿Sigue en pie la invitación?

buena esa es Chanel de joven, ¿a quién se parece? 😰

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

buena esa es Chanel de joven, ¿a quién se parece? 😰

Cuando se apaguen las lucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora