26: Cuando todo empieza a ir bien
Mis manos están manchadas de sangre. Estoy lavándomela de continuamente, pero la sangre no se va. Comienzo a llorar desesperada, apenas puedo respirar. Al alzar la mirada, me veo en el espejo. Pero no es mi reflejo lo que observo, sino el de mi madre.
Abro los ojos de repente, con el pecho subiendo y bajando a toda velocidad. Me calmo poco a poco, dándome cuenta de que no estoy en mi pesadilla y todo está bien. Entonces, noto que mi cuerpo está relajado y no me pesan los ojos. No me siento mal. Estoy como nueva. Me doy la vuelta sobre la cama, porque aunque no quiero volver a tener una pesadilla me encantaría seguir durmiendo, y veo a Mabel.
Me echo hacia atrás rápidamente, del susto. Entonces, lo recuerdo todo. Ella ahora está dormida, claro, pero ¿se acordará?
Me quedo ensimismada en mis pensamientos cuando me doy cuenta de que estoy desnuda, bueno, solo llevo el sostén pero está desabrochado.
Me siento en la cama y atraigo la sábana hacia a mí para taparme velozmente, cohibida. Qué vergüenza. Ahora que me acuerdo de todo con más claridad me gustaría no haberme despertado.
Mabel tocándome, yo pidiéndole que no parara y... Dios, en algún punto de la noche rompimos la lámpara de la mesita. La miro con pena, era lo más bonito que había en habitación. Y la he roto yo, me acuerdo. Aunque también recuerdo que Mabel se rió.
De repente, siento algo frío acariciando mi espalda. Miro hacia atrás y veo que Mabel acaba de despertarse. Está despeinada y me sonríe.
¿Me sonríe?
—Qué guapa estás.
Seguro que tiene fiebre.
No le respondo, me aseguro de estar totalmente tapada con la sábana y me levanto de la cama.
—¿Estás bien? —pregunta, suena preocupada. Me giro para mirarla, quiero decirle que sí y quitarle ese tono en la voz. No quiero que se sienta mal. Pero cuando voy a decirle lo que pienso, la veo desnuda en la cama.
A ver, que tampoco es que jamás haya visto a una mujer desnuda. Y no es que esta vez sea diferente, al menos no tanto. Pero me da mucha vergüenza mirarla a los ojos después de lo de anoche.
Se sienta en la cama al ver que no respondo y frunce el ceño.
—¿Te arrepientes?
Sí se acuerda.
Ay, no puedo más.
Me acerco a ella, rendida, y me siento en la cama. Intento centrarme en mirarla a los ojos.
—No... Pero me siento rara —confieso y sonríe.
—Tampoco es que fueras virgen —bromea y se ríe ella sola.
Hago una mueca y me aparto un mechón de pelo de la cara. Ha dado en el clavo.
—Ah... ¿Por qué no me lo dijiste?
—Porque me daba igual, pero ahora no sé... No me arrepiento, ya lo sabes, pero... No sé si algo cambiará entre nosotras.
Sienta bien sacárselo de encima. Mabel no parece enfadada porque le haya dicho lo que siento. Mamá siempre me regañaba cuando me ponía a llorar o le decía cómo me sentía. Supongo que Mabel es más comprensiva.
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Cuando se apaguen las luces
Mistério / SuspenseElise nunca ha tenido mucho que contar. Su vida es normal dentro de lo que cabe, pero eso cambia cuando acusan a su madre de asesinato. Está decidida a averiguar si eso es cierto, pero no podrá hacerlo sola. Mabel es una policía principiante, tan so...