Capítulo 2

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2- Nunca fui muy hetero

Mamá ha sido llevada a la cárcel. No me he podido despedir de ella y lo peor es que Agatha ha tenido que dejar la ciudad durante unos días, así que estoy sola en casa.

Llevo dos días sin dormir intentando atar cabos. No me creo que mi madre haya sido la asesina, no puede haberlo sido.

En la fiesta habían veinte personas. Cinco de ellas eran mujeres que estuvieron a mi lado todo el rato, lo he mirado en las cámaras de seguridad. Diez personas más estuvieron todo el rato en el salón y nunca se movieron de ahí, aunque no estuvieran cerca mío. Pero hay cinco personas -tres hombres y dos mujeres- que sí salieron del salón los cinco minutos antes del asesinato y no regresaron hasta después. No estoy culpándolos a todo, está claro que solo uno de ellos ha asesinado a esa persona.

Por cierto, la muertita se llama Eva de la Cruz y era una huérfana que venía de visita desde Argentina, no estoy segura de si alguien la echará de menos.

De lo que sí estoy segura es de que, si quien lo ha hecho está en la lista de sospechosos que he mencionado anteriormente, tiene que tener el arma homicida o alguna prueba que lo inculpe.

Y por eso voy a empezar por Daniel Yumari, es un chico que se mudó de la India hace tres años y se fue justo el día después del asesinato a su país de origen de visita, qué casualidad que huyó, ¿no?

No tiene familia aquí, por eso es imposible que alguien esté en su apartamento ahora mismo. La dirección la conseguí por la libreta de mamá, la que estaba en su despacho. Ahí pone todas las direcciones de los que estaban en la cena.

Como llevo dos días sin dormir me hago un café y salgo corriendo de casa hacia el apartamento de David. No había contado con que hacía demasiado frío y solo voy con un jersey que no tapa nada, por eso acelero el paso para llegar cuanto antes a mi destino.

El apartamento de David está en un barrio de clase media, se podría decir, lo cual me sorprende porque tiene mucho dinero. Según la libreta de mamá.

En su edificio no hay conserje ni nadie que vigile. Pero aún no sé cómo entrar a este.

Me arrimo al portal y toco un timbre al azar. En mi cabeza me preparo un monólogo en caso de necesidad. Y un personaje también.

Mi nombre será Eda y me he dejado las llaves en casa, mi abuela está en el hospital muriéndose y...

-¿El cartero?

Alzo las cejas al ver la oportunidad.

-Sí.

-Ya era hora, llevo esperándote...

Sigue rechistando, pero me abre la puerta y tengo que pellizarme el brazo para contenerme de gritar de alegría.

Subo las escaleras hasta el primer piso y busco su puerta entre las diez que hay. Cuando llego a la suya saco la navaja de mi bolsillo y aplico lo que he visto en Youtube.

No de me da muy bien, la verdad.

La navaja se escurre entre mis dedos y cae al suelo haciendo un ruido fuerte y feo. Cierro los ojos con fuerza y espero unos segundos para volver a intentarlo, pero no funciona y se me están durmiendo los dedos.

La navaja se cae de nuevo y cuando me agacho para cogerla, alguien la agarra por mí.

-Ay, gracias...

Entonces levanto la mirada y veo a una chica.

En traje de policía.

Mi cara se vuelve blanca y me mira con una ceja encarnada.

-¿Algo que decir?

Me levanto del suelo y trago saliva.

-Se me han olvidado las llaves dentro.

La chica niega con la cabeza y pasa por mi lado, chocando mi hombro accidentalmente, para tocar a la puerta. Entonces, una anciana muy asustada se asoma.

-¿Está bien, señora?

La anciana asiente y me sonrojo totalmente.

-Me habré equivocado de puerta.

-Señora, ¿alguna vez ha visto a esta chica? -pregunta la chica apartándose un mechón rubio de la cara.

-Pues no me suena.

-Será el Alzheimer, señora, porque yo llevo aquí diez años viviendo.

-Pero si se construyó hace ocho -rechista la policía.

-Bueno, se me han ido dos números, perdón. Pero la que miente es ella -señalo a la mujer.

La policía me mira cansada y luego gira su cara para ver a la señora.

-Vuelva a su casa, todo está bien ahora.

Cuando la mujer le hace caso, ella camina hacia a mí para agarrarme por el brazo y bajar las escaleras conmigo rápidamente.

-No vuelvas y no te llevaré a comisaría.

Bufo y llegamos a la calle.

-No he hecho nada malo.

-¿Intentar allanar una casa no es malo?

Estoy a punto de responderle, pero se gira para irse por el otro lado y contengo un grito en mi garganta.

Me ha jodido la oportunidad para averiguar si David fue el responsable del asesinato.

¿Ahora qué hago? Aparte de llorar.

Cuando se apaguen las lucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora