Capítulo 16

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16: Siempre vuelves a donde fuiste infeliz

Por supuesto no me he fiado de ese señor que dice ser mi padre. Mi verdadero padre está muerto. Quizá el sea uno de los que intenta atacar a mamá, ¿no?

Dos personas lo han hecho antes, ¿por qué con él sería diferente?

Aún así, he vuelto a Sydvile. No pretendo quedarme, mi única intención es preguntarle a mi madre por mi padre y contarle todo lo que está sucediendo. Sospecho que le interesará.

Al entrar en casa, he podido entrar yo sola porque aún tengo las llaves, no hay nadie.

-¿Mamá? -grito, yendo hacia su oficina.

Tampoco está ahí.

Solo han pasado dos días desde que el señor que dice ser mi padre y yo mantuvimos una conversación, pero aún me sé de memoria sus palabras.

-Señorita Elise, ha vuelto.

Doy un respingo al escuchar la voz de Agatha en mi espalda. Me doy la vuelta y la veo con su uniforme puesto.

-Sí, por un día solo. Necesito hablar con mi madre, ¿sabes dónde está?

-Se ha ido a trabajar, pero volverá por la noche. ¿Desea algo?

Niego con la cabeza y se retira. Entonces recuerdo lo que me dijo ese señor. Lo de las cartas.

Me asomo por la puerta para asegurarme de que Agatha no venga y cierro la puerta, intentando no hacer ruido. Velozmente, corro hacia el escritorio y comienzo a buscar por los cajones las dichosas cartas o algo que me dé una mínima pista de quién es el señor que me amenazó.

Jamás he fisgoneado el despacho de mi madre, siempre he respetado su privacidad, pero ella no me ha respetado a mí así que no veo por qué yo sí debería hacerlo.

En uno de los más de siete cajones que hay en el escritorio encuentro uno que tiene candado.

Es ese.

Me vuelvo como loca buscando alguna llave en su despacho. No es tan grande, pero hay demasiado compartimentos en todas partes y no encuentro nada que me sea útil.

Entonces, se me ocurre que puedo forzar el candado. Me quito la pinza que llevo puesta a un lado del pelo, para que este no me caiga en la cara, y la introduzco en la entrada del candado. Tardo unos segundos en poder abrir el candado, me planteo simplemente romper el cajón por unos momentos, pero finalmente lo consigo.

Dentro, hay un montón de papeles y cajas pequeñas. Saco el taco de documentos y lo pongo sobre la mesa para revisarlos rápidamente.

Todos son contratos de la casa o cosas irrelevantes. Entonces, veo unos cuantos folios que parecen quemados, pero aún se puede leer en ellos lo que pone.

Jessica, en caso de que José me busque de nuevo, te dejo apuntado adónde tienes que ir.

No hay nada apuntado. Solo números en diferentes papales y algunas letras.

Justo cuando escondo los papeles en mi bolso, la puerta se abre de golpe y veo a mamá. Me mira petrificada y su ojo comienza a hacer una especie de tic.

Cuando se apaguen las lucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora