Capítulo 7

935 52 18
                                    

7: A Mabel le gustan cosas muy poco hetero

El hospital en el que está David está lejos así que tenemos que ir en coche. Pero hay un problema, no se me da bien ir en coche. Sí, tengo el carnet, pero es porque soborné al profesor para que me aprobara los exámenes.

Y Mabel me ha pedido que la vaya a buscar a su casa con el coche.

El otro día, cuando perseguía a esa señora, me choqué como con cuatro señales. Pero hoy voy con Mabel, una policía.

Me cuesta lo mío llegar hasta su piso. Vive en un barrio medio decente, al menos. Cuando la veo salir de su portal, observo que vuelve a llevar ropa normal. Claro, ya no está de servicio, pero me extraña porque la mitad de tiempo que la veo lleva su uniforme de policía.

Me ve y se sube al coche. Entonces me pongo nerviosa por conducir.

—¿Has pagado la multa? —inquiere, poniéndose el cinturón.

—Qué pesada —bufo.

—Es importante que...

Justo en ese momento doy marcha atrás y le doy un golpe a un coche. Se me pone la cara pálida y huyo.

—No puedes dejar el coche abollado ahí —exclama, asomándose por la ventana para verlo, desde la lejanía.

—Ya lo he hecho.

No pienso usar mi tarjeta de crédito para pagar multas, mi madre es la propietaria y si lo ve, me quitará todos mis coches.

—Es mi deber como...

—¡Ay, cállate ya! —exclamo dándole un golpe al volante.

No me responde, pero de reojo veo que me pone mala cara.

Qué pesada.

Sigo conduciendo hacia donde me dice el GPS y Mabel pone la radio. Suena una canción horrible en la que la gente grita y gime.

—Quítala —exijo.

—No. ¿Tú puedes ir por ahí abollando coches y yo no puedo poner Deftones?

—¿Tienen nombre esos gritones? —pregunto, sin mucho interés y freno de golpe al ver el semáforo en rojo. Por suerte llevamos el cinturón.

Mabel no responde, pero le pone más volumen a la radio. Entonces, bufo y pongo una canción que a mí me gusta y ella abre los ojos, aterrada.

—¿Qué es ese sonido tan tranquilo?

—Se llama Men I trust y es lo mejor que encontrarás. Música de calidad, Mabel.

Me doy cuenta de que es la primera vez que la llamo por su nombre, así, relajada. Sí, estamos peleando por música, pero es algo tan trivial que me da igual. De hecho, me gusta.

Bueno, nunca he tenido amigos, si no contamos a mi ex mejor amigo de cuando tenía cinco años. No se me da bien socializar, pero no es nada nuevo. Todas las relaciones que he tenido han sido platónicas o románticas, y han sido con más chicos que chicas, antes de saber que era lesbiana.

—Luego pongo yo una canción —me hace saber Mabel y ruedo los ojos.

—Ya veremos.

El trayecto dura unos quince minutos en los que el ambiente del coche va cambiando. Ella solo pone canciones de rock y yo pongo canciones pop o indie.

Cuando llegamos al hospital aparco intentando hacerlo lo mejor posible.

—Por fin aparcas bien —felicita, falsamente y se baja del coche—. Joder, qué frio.

Cuando se apaguen las lucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora