Capítulo 21

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21: El padre de Matt sabe cosas

Cuando Mabel abre la puerta se me cae el alma a los pies. Es su novio. Entonces, siento que sobro.

—Ah, hola —dice ella, mirándome de reojo. Giro la cara para seguir mirando la televisión e intento no escuchar su conversación, pero no puedo evitarlo.

—No me has contestado las llamadas y...

—Perdón, he estado ocupada... ¿Cómo estás?

Entonces comienzan a susurrar y, de repente, escucho cómo entran a su habitación. Intento ignorarlo, pero no puedo. No puedo concentrarme en la televisión si están ahí encerrados y yo no sé qué hacen.

Me levanto del sofá y camino de puntillas hacia la puerta, entonces oigo gemidos. Me aparto rápidamente y se me detiene el corazón.

Por un segundo, me planteo mis sentimientos por Mabel, pero sé que es imposible que algo pase entre nosotras. Sobre todo por ese lameculos que le va detrás.

Sin avisar, porque no me atrevo a hablarle, salgo del piso. Hace frío, no he pensado en eso antes de salir, pero no tengo llaves y si toco el timbre, tendré que hablar con ella, aunque sean dos palabras.

Así que, simplemente, salgo fuera del edificio y me quedo ahí esperando a ver al chico que ha subido salir.

Entonces, un coche se detiene delante del edificio y de este sale Matt. Me levanto enseguida y él se queda sorprendido.

—¿Elise?

Me sonrojo, y no solo del frío. He estado ignorando a Matt, no me siento orgullosa de eso. Ignorar es algo que suelo hacer y, de nuevo, no estoy orgullosa de ello.

—Hola —alargo la última «a» y me cruzo de brazos, intentando entrar en calor.

—Pasaba aquí a ver a Mabel porque... Estás muy pálida, ¿estás bien?

Asiento.

—Tengo un poco de frío —admito.

—Ah, ¿quieres ir a alguna cafetería?

No quiero decirle que no tengo dinero. Sonaría raro. Como no he trabajado nunca, todas mis tarjetas están a nombre de mi madre y, si las uso, seguramente sabrá dónde estoy. Además, probablemente me ha cancelado todas mis tarjetas y no me gusta llevar dinero suelto encima.

—Mejor vayamos a tu coche.

Asiente y me pone el brazo por encima de los hombros para ayudarme a entrar en calor. Cuando entro en su coche, mis mejillas se calientan y me siento mucho mejor.

—Han estado pasando cosas muy... jodidas. No he tenido tiempo, pero eso no es excusa.

—¿Qué cosas? —pregunta, intrigado.

—Eh... —no le digas la verdad— Mi madre me ha echado de casa —más o menos.

Él frunce el ceño.

—¿Y dónde estás viviendo?

—Con Mabel... De momento.

—¿Y qué hacías fuera?

No quiero responder a esa pregunta, así que simplemente le sonrío y cambio el sentido de la conversación.

—¿Qué querías decirle a Mabel?

—Ah —parece recordar a qué había venido—, mi padre no quiere contratarla. Pero no es por ningún motivo homofóbico ni nada, te lo juro.

—¿Qué?

Cuando se apaguen las lucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora