Cuando se apaguen las luces

Capítulo 27

27: Me quiero matar

No intentaré excusarme. Soy una estúpida. Soy una idiota.

Mi madre ha muerto. Ella ha muerto y yo estoy desde hace días metida en la cama sin comer ni hacer nada. Me duele la cabeza y el pecho. Sé que dije que sabía que no me quería y que siempre me había tratado mal, pero también hubieron momentos buenos.

Seguro que los hubieron.

—He hecho gofres, ¿quieres? —me dice Mabel desde la puerta, con una sonrisa. Se va a ir a trabajar ya, por eso lleva el uniforme.

Lleva todos estos días intentando levantarme o animarme. Solo me ha bastado que duerma abrazada a mí para sentirme mejor. Pero aún así sigo adolorida en el pecho.

—No, gracias, tengo sueño.

Ella suspira y entra en la habitación, se sienta a los pies de la cama y me mira fijamente.

—Mañana es el entierro... ¿Crees que...?

—Iré.

Frunce el ceño, pero luego asiente y me regala una sonrisa. Intento darle yo una también, pero los ojos comienzan a lagrimearme.

Entonces se acerca a mí y me da un abrazo. Eso solo hace que empeore y comience a llorar, salen sollozos silenciosos de mi boca. No puedo detenerlos, aunque quiera.

—Llegarás tarde a trabajar.

—Puedo no ir.

—No. Ve. Yo prefiero quedarme sola, de todos modos —miento y me alejo de ella, me seco las lágrimas con el dorso de la mano y asiente, no muy convencida.

Se va, al final, y yo pienso que me sentiré un poco mejor estando sola pero, la verdad es que, desde que se ha ido, solo me he sentido peor. Entonces, me suena el teléfono al lado de la cama.

—¿Sí? —mi voz suena ronca.

—¿Elise? —Es Matt.

—Ah, hola...

—Me he enterado de lo de tu madre... Cuanto lo siento... Una tal Jessica nos ha enviado un correo a mi padre y a mí invitándonos al entierro... ¿Quieres que vaya a tu casa y hablemos o algo?

Sí, quiero decir. Pero estoy horrible y no quiero ver a nadie.

—Si no te molesta, mejor nos vemos en el entierro. Me encuentro fatal y me veo peor.

Acabamos quedando en que nos veremos ahí y después de eso caigo dormida.

Me despierta el timbre. Bufo cansada, ¿Mabel se habrá dejado las llaves? No quiero, pero tampoco quiero dejarla esperando.

Me arrastro hasta la puerta y, cuando la abro, veo a Matt con una bolsa que huele a palomitas y otra llena de algo.

—Hola. Bueno, sé que has dicho que no, pero me ha sonado como un sí... —Se queda esperando en la puerta, quizá quiere saber si de verdad quiero dejarlo entrar o no.

—Pasa.

Sonríe emocionado y nos dirigimos al sofá. Abre una de las bolsas y suelta el contenido sobre la alfombra del salón. Son películas de Barbie, muchas.