Capítulo 28

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28: Peleas tontas

Me late el corazón a toda prisa, el pecho se me hunde y se me aguan los ojos. No puedo creérmelo. Pensaba que... No sé. Tiene sentido que lo haya hecho, pero no que no me lo haya contado.

—Lo siento —dice, casi sin aliento.

—¿Por qué no me lo has dicho? —intento ser paciente.

—Lo siento. —Está llorando.

—Mabel, ¿por qué coño no me lo has dicho?

—Lo siento.

Sin pensarlo, cojo un jarrón que hay en la mesita delante del sofá y lo lanzo contra el suelo. Las fosas nasales se me abren y se me cierran deprisa. Siento la sangre correr por mis venas a toda velocidad.

Mabel está llorando. Y parece asustada.

—¿Por qué no me lo has dicho?

Intenta hablar, pero solo salen sollozos de su boca. No puedo pensar, me encamino hacia nuestra habitación y comienzo a buscar mi ropa.

—¿Qué haces? —ahora sí puede hablar, parece aterrorizada.

—Me voy. —Necesito tomar el aire.

—No, no, no. Por favor... Te juro que...

Me quito la ropa delante de ella, me da igual que me mire o que no, y me pongo cualquier cosa. Cuando camino hacia la puerta de entrada, me agarra del brazo y veo que su rostro está completamente rojo y sus manos están temblando.

—No me dejes sola. No te vayas. Elise, por favor...

Me suelto de su agarre y salgo de casa. Escucho algo romperse dentro del piso y camino a toda velocidad fuera del edificio. Apenas estoy respirando. Es muy de noche, pero eso ahora mismo me da igual. Me da todo igual. Me siento traicionada y sola. Quiero dar la vuelta y reconciliarme con ella, pero no puedo. Sé que si no vuelvo, me quedaré sola, pero no puedo volver.

Mientras camino, me doy cuenta de que no tengo el teléfono. No tengo adónde ir, pero sé que hoy no quiero volver con Mabel. Sin mucha idea de lo que hago, camino hacia casa de Matt.

Cuando me abre, está tan adormilado que tiene que entrecerrar los ojos para mirarme.

—¿Qué pasa?

Entro en su piso y le cuento sobre mi pelea con Mabel. Él me escucha, aunque sé perfectamente que apenas me entiende porque lo acabo de despertar.

Cuando estoy a punto de preguntarle si me puedo quedar a dormir, de su habitación sale Cris en ropa interior.

—Uy, hola —saluda sonriente. Camina hacia nosotros y se sienta en el sofá, pasándole un brazo por encima a Matt. Parecen muy enamorados.

—¿No quieres volver con Mabel hoy? —adivina Matt, preocupado.

Quiero decirle la verdad.

—Sí. O sea, ahora me voy, no quiero molestar.

—No molestas —dice Cris, acariciándome el brazo. Le sonrío, amablemente.

Cuando se apaguen las lucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora