30 de abril
17:49 p.mBrad.
-¿Pero no querías las pequeñas? -pregunté, apoyándome en el mostrador.
-¡Es que con las grandes viene el cartón de la peli! -dijo María dando una patada al suelo, cual niña pequeña.
-No vas a poder comerte todas, es enorme. -observé.
-No me infravalores. Son palomitas. Nunca son pocas. -dijo ella asintiendo con la cabeza. - Posiblemente me coma las mías y parte de las tuyas.
-Vale, gocha. -me rendí, no hay quien pelee con ella. Me giré a mirar a Natalie. -¿Tú que quieres?
-Yo quiero ir ahora donde las gominolas. -respondió ella con una sonrisa.
-¡Yo también quiero gominolas! -gritó María.
-Al final te sacamos rodando del cine. -dijo Natalie.
-Mira, estamos hablando del estreno de Los Vegandores dos, llevo esperando esta película casi dos años, no me arruines el momento. -dijo María, muy digna, cogiendo su cartón de palomitas con la carátula de la peli impresa aldrededor y saliendo disparada hacia las gominolas.
Rodé los ojos divertido. Esta chica es un caso. Pagué las palomitas ante las constantes quejas de Natalie; insistía en que tenía razón y que tendríamos que haber comprado las palomitas fuera, como la bebida, porque a este paso me iba a arruinar. La di un par de palmaditas en la espalda y seguí el camino que había recorrido María para llegar a la sección de chuches. Estaba llenando su bolsa de lacasitos y nubes recubiertas de chocolate.
Hacía mucho tiempo que no la veía tan animada, tan contenta. Desde por la mañana, cuando habíamos sacado las entradas por internet, rebosaba una felicidad infantil contagiosa. Sonreí inconscientemente al verla cojer regalices. Ojalá pudieramos estar así siempre, sin problemas ni preocupaciones, solo teniendo una tarde normal, yendo al cine y empachándonos de chuches. Aunque lo que más feliz me hacía, era que ella y Natalie estuvieran en la misma habitación sin tirarse de los pelos ni maldecirse mutuamente. Sabía que en algún momento se acabarían llevando bien.
Solo me faltaba Sarian para que fuera todo perfecto.
Suspiré y me acerqué a Natalie, que estaba centrada en todo lo que rebosaba azucar.
-¿Te cojo algo? -preguntó sin mirarme.
-Mmm, regaliz negro y persicolas, por favor. -dije, la revolví el pelo y me acerqué a la caja a pagar.
La cajera tenía la bolsa de María y esta la miraba con ansia de empezar a engullir ya. María me vio las intenciones.
-Lo estás pagando tú todo. Esto me toca. -dijo frendando mi paso poniéndome una mano en el pecho.
-Nat ha pagado las entradas. Así que yo todo no. -dije cogiendola de la muñeca con la que me presionaba, y bajandola lentamente.
-Wee, ¿y yo qué? -protestó.
-Tú eres la invitada.
Entonces frunció el ceño y se miró la mano izquierda. Agitó la pulsera de la órden de alejamiento y me miró confusa.
-Ha vibrado. -dijo, moviéndola de arriba a abajo.
-Está hecha pata pitar, no para vibrar. -dije. - Estos chismes se vuelven locos a veces, tranquila.
Acabé pagando yo, porque sí. Con toda la tranquilidad del mundo pasaron al baño, a falta de cinco minutos de que empezase la película. Supongo que quedaría eso, porque me habían cargado con sus bolsos, mochilas, palomitas y gominolas, y no tenía espacio para moverme, ni para mirar el reloj. Bufé apoyando la cabeza en la mochila morada de María, y me clavé la botella de CocaCola que llevaba en el ojo.
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Total disaster. /\- SDE3 ~ David (Auryn)
Hayran Kurgu–Escúchame. Estoy de tu lado. De tu parte. Siempre lo he estado, no voy a cambiar ahora solo porque se tuerza un poco la situación. –Vale que tú lo estés. Pero ella no. Y tenemos que aceptar de una vez que nos ha abandonado. Y que al abandonarnos...