6 de mayo.
19:49 p.m
Brad.
Esquivé justo a tiempo la pelota de plástico que Michael había pateado con fuerza. Me giré a mirarle, estaba completamente quieto con los brazos en alto, demostrando inocencia. María, a su lado, intentaba reprimir una carcajada.
–Claro, qué divertido era dar pelotazos a Brad. ¡Hagámoslo deporte olímpico!
–No te lo tomes tan a pecho, idiota.–dijo María, pasando a mi lado para ir a recoger la pelota.
Habíamos venido a Hyde Park para pasar la tarde. Porque, personalmente, no aguantaba más encerrado en casa comiéndome más la cabeza por el juicio de mañana. Así que convencí a Natalie, que se quejó cuando convencí a María, quién convenció a Paola de que se viniera también con Michael. Lo malo es que se habían venido con la pelota de plástico de Cars, que picaba si la lanzaban fuerte. Lo sabía por experiencia propia, parecía una maldita diana en medio del parque.
María estaba jugando con Michael, mientras que las otras dos chicas estaban sentadas en un banco cercano, con diversos papeles en la mano. Natalie tenía una cara de angustia constante, estaba muy nerviosa, pues iba a ser el primer juicio al que asistía como abogada oficial, y a pesar de que su padre sería el juez, la noche anterior no había podido dormir casi nada. Se recolocó el pelo, dejándolo caer por su hombro derecho, y siguió estudiando, para que mañana todo saliera perfecto.
Me apoyé en un árbol a contemplar el panorama. María parecía absorta del mundo, sobretodo estos dos últimos días; no siguió con fiebre por más de unas horas, lo que es bueno, y había estado inusualmente feliz y cercana con todos nosotros. Hasta parecía sonreírle a Natalie con sinceridad. Estaba alegre, y hacía mucho tiempo que no la veía así, de verdad, sin fingir. En ese momento, jugando con Michael como si tuviera su misma edad, parecía otra persona completamente diferente a la de hacía unas semanas. Cosa que me alegraba, pero no dejaba de extrañarme. Era un cambio demasiado repentino. El día anterior habíamos estado hablando, y no paró de insistirme en cómo era el juzgado por dentro, cómo se desarrollaban las cosas dentro, si era como en las películas o si había mazmorras.
Yo también debería sentirme nervioso, pero solo podía darle vueltas a la cabeza, ya fuera por una cosa o por otra. Las primeras dudas habían llegado como las balas de una metralleta; ¿y si algo sale mal?, ¿y si ellos tienen una buena defensa?, incluso me cuestioné que podía pasar si perdía, pero no me taladraba tanto la cabeza como el qué pasaría si ganaba. Es lo que había estado deseando desde un principio, darle su merecido a esos hijos de puta, que pagaran por todo lo que habían hecho.
Pero estaba Sarian de por medio. Y era lo que más me jodía de todo.
¿Tan difícil habría sido el que estuviera ahora mismo conmigo, no con el capullo ese? No soportaba la idea de poder hacerla daño, aunque fuera indirectamente. Me dio un vuelco al corazón al pensar en que ya no solo era eso, sino que también era su cumpleaños. ¿Hasta qué punto había sido capaz de llegar la situación para acabar los dos así, como si no nos conociéramos, como si nos odiáramos? Más que nervios, estaba lleno de inseguridades.
Entonces noté que Natalie levantaba la cabeza de los informes y me miraba. Me sonrió en cuanto me percaté de ello, y me hizo un gesto con la mano para que me aproximase a donde ellas estaban.
No sé por qué, se me disparó el corazón, me tuve que obligar a tragar saliva y a relajarme. Por Dios, realmente estoy gilipollas.
–¿Qué pasa?– pregunté en cuanto estuve a su altura. Dejó los papeles a un lado y señaló a María.
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Total disaster. /\- SDE3 ~ David (Auryn)
Fanfiction–Escúchame. Estoy de tu lado. De tu parte. Siempre lo he estado, no voy a cambiar ahora solo porque se tuerza un poco la situación. –Vale que tú lo estés. Pero ella no. Y tenemos que aceptar de una vez que nos ha abandonado. Y que al abandonarnos...