Total disaster. /\- SDE3 ~ David (Auryn)

27. Hobbies

N/A: Wno, antes que nada, cambié un par de cosas del capítulo anterior, si queréis releerlo bienvenido sea, y si no, pues nah, a adaptarse, no es un cambio significativo, solamente la hora del juicio, que pasa de ser a las ocho a ser a las seis.

Ya ta ^^

Besitos mis gambaas♥

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7 de mayo

16:04 p.m

Carla

–Mamá, creo que sé peinarme sola.– dije cerrando los ojos con fuerza, intentando disminuir las ganas de gritar que tenía.

–Y me dirás que también sabes maquillarte.

–¡Mamá, déjame!

–Tienes que ir arreglada, no te sirve la trencita de dormir.

–Pensaba arreglarme, pero yo sola, no pagues tus nervios con mi cabeza.– dije meneando la cabeza, soportando otro tirón de pelo.– ¡Deja de torturarme!

–Ya casi está, pesada.

Bufé, y conté hasta diez mentalmente, relajándome. Respiré hondo un par de veces, pero toda la paz acumulad en estos pocos segundos, se fue a la mierda cuando mi querida madre me clavó el peine en la coronilla. Pero claro, no me puedo quejar, que según ella no sé peinarme. Por Dios, seguro que Ana estaba tan feliz en el cuarto arreglándose ella sola.

–Ya que estás, me podrías hacer unas mechas.– ironicé, tratando de no cagarme en todos los muertos de todos los habitantes de la tierra.

–Cero vaciles y mírate, estás divina. Estuve a punto de decirla que yo era divina de nacimiento, pero me lo ahorré. Giré la mirada hacia la derecha, donde estaba el espejo, y tuve que aguantarme el abrir la boca de lo genial que era el peinado que me había hecho porque estaba lo suficientemente indignada. No era nada del otro mundo, simplemente un par de trenzas de raíz retirándome el flequillo hacia atrás, pero mi orgullo es más importante que todo eso.

–Sí, sí. Gracias, mamá.– dije levantándome de la silla de peluquería improvisada.– ¿Me vas a vestir también como cuando tenía cinco años?

–Anda, tonta, no te estropees el pelo.

Salió del baño dejándome sola y con ganas de matar a alguien. Y todo esto había empezado porque solté un gritito al desenredarme el pelo porque tenía un nudo, y mi madre ya se había puesto como una loca a decir que qué me estaba haciendo. Fui hacia la habitación negando con la cabeza. Pero al abrir la puerta no fue precisamente el paraíso lo que encontré.

Ana estaba con la maleta traída de Madrid abierta encima de la cama, sacando ropa al tuntún y tirando la que no le gustaba al suelo. La miré ceñuda esperando que se percatara de mi presencia, pero nada, hoy era el día de ignorar o molestar a Carla, no existen los puntos intermedios.

–Se te ve un poquito nerviosa.– le dije a Ana, sacando la camisa que me compré con ella y Sarian el otro día. Volteó a mirarme un segundo, luego volvió a sus andadas. Cogió dos prendas con cada mano y me miró.

–¿Cuál?

–Derecha.– dije, abrochándome la camisa. Ella alzó su mano izquierda.– La otra derecha.

Tiró la otra prenda al montón del suelo y se la puso. Cogí una bolsa de patatas fritas que había encima de la mesa y la agité en el aire.

–¿Y esto?