Total disaster. /\- SDE3 ~ David (Auryn)

8. Pequeña.

           16 de abril
          11:43

Carla

–Abre tú.– dije empujando a Carlos hacia la puerta.

–No, abre tú.– dijo él escabulléndose de mi agarre.

–Que abra alguien ya, joder.– protestó Ana. 

–Anda ya, joder, quitaos pedazo de nenazas.– dijo Sarian abriéndose paso entre nosotros. Bajó el pomo de la puerta sin pensanserlo dos veces, e iba dispuesta entrar en la habitación de María, pero entonces una quinta persona intervino.

–Oye, Sarian, espera. Deberías ponerte un abrigo o algo.– dijo Álvaro cogiéndola del brazo para frenarla.

La chica giró la cabeza cual búho para mirarle encarando las cejas. Él se encogió de hombros, se rascó la nuca y la miró de arriba a abajo.

–Que vale que se acuerde de tí, pero no de tu estado.– dijo finalmente Álvaro. Sarian se llevó una mano a su barriga de embarazada y la dio un par de palmaditas torciendo una sonrisa.

–Es verdad, no sabe nada de la pequeña.– dijo Saria, le quitó por la cara el abrigo a Ana y se lo puso por encima, de forma que no se notase demasiado el bulto extra en su cuerpo. 

Fruncí el ceño por un momento, algo aquí no cuadraba. No, no cuadraba para nada. Miré a Sarian mientras se recolocaba el abrigo, ladeé la cabeza y pensé. ¿Pero qué...?

–¿Pequeña?– pregunté, señalándola.– ¿Acabado en 'a'? ¿Terminación femenina? 

Ella me miró y sonrió dulcemente sin llegar a mostrar los dientes.

–¡¿Va a ser niña?!– pregunté medio gritando. Pegué un pequeño salto en mi sitio y me llevé las manos a la boca. Agité la cabeza de un lado a otro sin dar crédito.

–Sh, no es momento para eso ahora mismo.– dijo ella soltando una risita, y entrando con decisión a la habitación. 

La miré caminar hacia dentro, no se escuchaban gritos por el momento. Pero vamos a ver, Dios, ¡una niña! Una mini Sarian, socorro, va a ser monísima. Ana me dió un manotazo en el brazo para que entrase a la habitación con ella. Parpadeé un par de veces para volver al mundo real, pero es que, ¡una chica! Ana entró y la seguí para hacer el amago, pero cuando vi que tomó el suficiente camino, me giré agarrada al marco de la puerta.

–¿Es una niña, verdad?– pregunté mirando a Álvaro.

Él se rió y, mientras se ponía rojo como un tomate, asintió ligeramente con la cabeza. En seguida estuvo rodeado de su grupito de amigos, que le daban palmadas en la espalda felicitándole por la azaña. 

Volví a girar y entré en la habitación de María. Cerré la puerta detrás de mí y suspiré antes de atreverme a dar el paso definitivo. Me mordí el labio inferior y caminé despacio por el corto pasillo que había antes que la habitación se abriese en un cuadrado central. Y entonces las vi. María tenía abrazadas por el cuello a Sarian y a Ana con ambos brazos. Las apretaba contra sí y chillaba en un tono demasiado agudo para los oídos. 

Cuando consiguieron separarse de ella, tosí de forma forzada para hacerme notar. Entonces las tres giraron a mirarme. María ladeó la cabeza y encaró las cejas con una sonrisa. 

–¿Pero qué haces ahí parada? ¿Por qué no te has unido al reencuentro emotivo?– dijo estirando los brazos desde su cama de hospital.

Me acerqué a ella y la abracé mientras pensaba en por qué no me había echado a patadas como la última vez. Porque aunque no fuera con los chicos, de eso sí que se tendría que acordar, y si no es que es un poco corta la chiquilla.