2. estresando*

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>Meeee tienes abanodadito D:

>Ni siquiera me lees, que no me salen los dos cacharros estos azules.

>lloro cloro

Torcí algo parecido a una sonrisa al leer los mensajes de David. Si que es verdad que hacía bastante que no hablábamos, pero es que no me veía con ganas. Y más después de semejante charla con mi madre de esta mañana. ¿Habría recibido él ya la carta? ¿Estaría al tanto? ¿Sería muy grosero preguntar? Suspiré bloqueando el móvil. No sabía qué responder. Solo quería envolverme entre la manta y no salir nunca. Di vueltas al aparatito mientras mi mente daba mil vueltas al asunto. Esto ya no era ningún tipo de broma. Pueden acabar muy, pero que muy mal.

David volvió a escribir.

>Llámame obseso, pero ahora si salen los mierdos azules. Me has leído.

>Pero claaaro, para que responder a un chiquillo desesperado?

Abrí el teclado para mínimamente responder con un “hola”, o para armarme de valor y preguntarle si estaba enterado de los últimos acontecimientos. Pero la pantalla se volvió negra, y unos segundos después el nombre de “Ana” indicó una llamada entrante, acompañada de I bet my life, de Imagine Dragons.

ME VOY A CAGAR EN TODO.

–Yo también me alegro de hablar contigo.

¿SABES QUE TU MADRE ACABA DE HABLAR CON LA MÍA Y TENEMOS BILLETES PARA IRNOS A LONDRES EL JUEVES?

–¿QUÉ?

Eso.

Pero si estamos a martes.

Ya ves tú la gracia.

–Espera un momento. –dije y me levanté de la cama.

Salí corriendo de la habitación y me dirigí hacia la de mis padres. Sin llamar, entré de golpe y grité. Pero no estaban. Bufé con rabia y di media vuelta para ir al salón y de ahí a la cocina. Me di con el pico de la mesa de centro en la rodilla. Grité de dolor y me paré a sobarme el golpe. Seguía con la llamada de Ana en el móvil, así que al oirme gritar, se puso ella a gritar,  pero la ignoré, y medio coja, abrí la puerta de la cocina. Allí estaban. Les señalé amenazante con el dedo mientras ponía cara de pitbull enfadado.

–Dadme una explicación razonable para esto.

–Wow, si que ha tardado Ana en llamarte.

Soy veloz. –dijo ella por el teléfono.

–No me pienso ir. Y menos en día y medio. O sea, ¿dónde se supone que vamos a quedarnos? ¡Dijiste que iríamos el sábado a ver los billetes, siquiera a comprarlos! 

–Ya está solucionado. Nos queríamos dar prisa.–dijo mi padre.

–¿Has tardado cuatro horas en ampliar la casa de Leire para que quepamos todos?

–La llamé. ¿Y a que no sabes qué?

–No sé si me interesa.

–Me lo cogió Sara.

–Sarian.

–Eso. Bueno, que le conté la situación. Estaba un poco sulfurada la verdad, me da que estaba llorando la mujer. Qué tristeza todo.

–¿Llorando, por qué? –pregunté preocupada. La última vez que hablé con ella...

Álvaro dijo que tenía que hablar con ella.

Total disaster. /\- SDE3 ~ David (Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora