24. Formamos una familia

370 46 18
                                    

Nico—¿Cómo vas ahí detrás? —pregunté angustiado a Mary, que se encontraba con Annabeth contando sus contracciones

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nico
—¿Cómo vas ahí detrás? —pregunté angustiado a Mary, que se encontraba con Annabeth contando sus contracciones.

—Duele... —jadeó—. Vienen tras varios minutos, pero son muy fuertes

—Tranquila, hermanita, ya llegamos —aseguró Percy?

Llegamos al hospital y aparqué donde pude. Ayudamos a Álex a salir del coche y entramos a una sala mientras Annabeth y Percy rellenaban todos los datos.

Una vez allí, Mary se tomó calmantes, pero no duraron mucho tiempo.

♪༄♪

Hazel

Estaba tranquilamente en mi cama durmiendo cuando oí un grito en mi oído.

—¡HAZEL! ¡HAZEL!

Desperté de un salto y me encontré con Leo frente a mí, dentro de un mensaje Iris.

—¡Leo! ¿Qué ocurre? Aquí son las 3 de la mañana —exclamé.

—¡Es Álex! ¡Está de parto!

—¿Qué?

—Se fue hacia el hospital con tu hermano hace unos 10 minutos. ¡Tenéis que venir!

—¡Voy a avisar a todos!

Me levanté en pijama y me dirigí a la cama de Frank. Lo agité fuerte y violentamente hasta que despertó.

—¡Frank, tenemos que volver a Nueva York! —exclamé—. ¡Álex está de parto!¡Debo avisar a Jason, tú dile a Reyna!

Salí en busca de Jason con las zapatillas resbalando de mis pies. En cuanto lo encontré, lo desperté igual y le conté lo ocurrido. Se dirigió a cambiarse mientras maldecía en latín.

A penas llevábamos dos semanas en el Campamento Júpiter para poner de acuerdo nuestros asuntos antes de mudarnos a Nueva York definitivamente. ¡Y se pone de parto justo ahora, maldita sea!

♪༄♪

Nico

Realmente no podía creerlo. Cuando la enfermera me dijo que ya podía cogerla, no podía creerlo. Tomé a la bebé en mis brazos y ella se acurrucó adormilada. Mary me miró cansada como nunca jamás la había visto y con el rostro perlado de sudor.

—Mi amor, descansa —acaricié su frente—. Estás ardiendo...

—Solo tengo calor... —sonrió mirando a nuestra hija.

No podía definir bien sus rasgos. Eran tan pequeña que ni siquiera se le veía el exacto color de sus ojos.

Mary se durmió tranquilamente. Había sido muy fuerte; estaba muy orgulloso de ella.

Al rato entraron Percy, Annabeth, Piper y Leo.

—¿A ver? —se asomó Piper—. Aaawww. Qué cosita más chica...

Le acercó un dedo y la pequeña Bianca se aferró a él con su manita de bebé. Piper estaba realmente muerta de ternura.

—¿La puedo cargar? —pidió Percy.

Le acerqué a la bebé y él hizo un nidito con sus brazos para acogerla. Bianca hizo algunos ruiditos y su tío la miró como un ciego vería el mundo por primera vez.

—¡Nico! —mi hermana apareció en la puerta de la habitación y saltó para abrazarme.

—¡Hazel! ¿Jason? ¿Cómo habéis...?

—Sorpresa —sonrió mi padre astutamente desde el marco de la puerta—. Creo que todo el Olimpo ha venido a cotillear.

—¡Quiero ver a mi nieta! —Poseidón entró casi dando patadas y observó a la pequeña criatura en los brazos de Percy—. Es tan hermosa... Tan perfecta...

—¡Mi niña! —Apolo se acercó a Mary—. Está la pobre destrozada. Ay, mi vida...

♪༄♪

Era el gran día. Hoy me casaría con Mary.

Estaba muy nervioso. Jason me ayudaba a colocarme la corbata de mi traje completamente negro y Percy intentaba peinarme.

—Te ves genial, Sombritas —sonrió Leo.

—Maravilloso —Jeremy entró con Bianca en los brazos—. Traje a la princesita de la casa para que te diera suerte antes de tu gran debut.

Me pasó a mi hija de 8 meses y ella me reconoció de inmediato.

Tenía mi nariz, un poco más pequeña. El cabello negro y lacio, aunque aún era una pelusilla. Y los grandes, observadores y hermosos ojos turquesa de Mary. Mejillas regordetas y rosadas, y labios pequeños y rojizos destacando en su piel poco bronceada.

—Hola, mi niña —sonreí y ella me miró risueña. Pasó las manos por mi rostro y ensanchó su sonrisa—. ¿Tú ya has visto a mami? Seguro que sí.

—Ey, eso es trampa —Jeremy me quitó a la niña. Os esperamos abajo. ¿Verdad que sí, Bi?

Ella balbuceó sílabas sueltas y agitó los brazos.

—¿Ves? Lo que dice ella, va a misa.

Al rato, bajé.

Estaba en mi puesto, con mis mejores amigos como padrinos. Las Damas de honor de Mary entraban delante con sus vestidos turquesas.

Entraba la novia y sonaba la música.

Sonaba la voz. Sonaba el eco.

La voz de la Sirena y el eco de las Sombras.

   FIN  

El eco de las sombras || Nico di Angelo (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora