5. Los borrachos siempre dicen la verdad

336 42 1
                                    

Jason

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jason

Corrí hacia los Templos buscando a la loca de Álex. No sabía en qué maldito momento había desaparecido ni por qué, si todo estaba bien.

Y allí estaba, sentada en las escaleras del Templo de Neptuno y con una última copa en la mano. Sus ojos miraban al infinito. Definitivamente estaba ebria y muy mal.

—¡Álex! —exclamé—. ¿Qué te pasa? ¡Nos has asustado!

—Ajam...

—Jeremy juró que eras resistente al alcohol.

—Ajaam...

—Ains, Álex. Venga, vámonos a la Cohorte.

—¿Sabes de qué tengo ganas? —soltó—. De sentarme en la playa con alguien y contarle todos mis problemas. Y que luego se le olviden o callen. Nunca me dicen nada bonito.

La miré raro y me senté a su lado en las escaleras.

—Estás distinta.

—Distinta... —repitió.

—Vistes diferente, hablas diferente, te pones a la defensiva y piensas que todo te sale mal. Solo piensas en lo que te dicen esos idiotas sobre tus canciones y todo eso. Esa no eres tú.

—¡ALEXIA!

Percy y Annabeth llegaron corriendo.

—¿Por qué soy tan estúpida? —dijo con voz cansada, dirigiéndose a mí mientras la pareja subía y quedaban a nuestra altura—. No sé por qué os preocupáis por mí. Ni siquiera yo me caigo bien.

—Álex... —susurró Annabeth y acarició su cabello.

—Una vez oí una canción que había grabado yo. Pensé que mi voz era la más horrible del mundo. Y vi un montón de comentarios en redes diciendo que era una niña con dinero y sin talento.

—Eso es mentira, cariño. No digas eso, solo estás borracha —le dijo Percy.

—Y solo vino el perfecto «Matt» —supuse que era su ex—. Y él me dijo que todos tenían razón y que yo debía mejorar por mi cuenta. Pero yo nunca era suficiente.

—Eso no es cierto —cogí una de sus manos entre las mías.

—Esos estúpidos antidepresivos no funcionan de nada —rio mientras sus mejillas estaban completamente empapadas—. ¿Y sabes qué es lo peor, Jason? Qué voy a pasar el resto de mi vida conmigo misma.

—Álex —Percy se sentía destrozado por ver a su hermana de esa manera—, estoy contigo. No te va a pasar nada. Estamos juntos y estamos para ti.

Ella sonrió.

—Quiero quedarme contigo... —se echó a sus brazos—. ¿Puedo quedarme contigo?

—Claro, cielo. Te vienes conmigo. Vamos.

El eco de las sombras || Nico di Angelo (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora