9. Los dioses están de vacaciones

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Álex

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Álex

—Solo mírale —insistió Caroline—. Él no te ve.

—No...

—¡Álex! Venga, te va a gustar. ¡Te va a encantar!

—Que no...

Caro me garró la cara y me obligó a mirar. Desde el balcón de la casa de Poseidón se veía la playa y donde todos se colocaban frente al mar con las sombrillas y toallas.

Y allí estaba Nico. Se acababa de quitar la camiseta y jugaba con Jason, Leo, Frank y Jeremy al voleibol en la playa. Mis ojos no dudaban en repasar cada línea que se formaba en su abdomen. No eran músculos muy grandes, pero a mí tampoco me gustaban los que eran tipo The Rock.

Me quedé embobada mirándolo.

—Te gusta, ¿eh? —Caroline me lanzó una mirada acusadora.

—Que Nico sea guapo no significa nada, Caro.

—Lo que tú digas. Por cierto, te he dejado tus opciones de bañadores en tu habitación. Te veo abajo —y se fue.

Corrí a mi cuarto y me encontré con bikinis que parecían más lencería que bañadores. Cogí el que me pareció y me lo puse.

Mantenía mis pechos muy alzados y notables, pero estaba ajustado así que no se me saldría nada, lo que me alivió. La parte de abajo era muy estrecha, pero no tenía opciones mejores. Era negro con detalles en un azul brillante.

Bajé con mi bolsa y puse mi toalla en una de las tumbonas. Me tumbé y saqué mi MP3 para escuchar música mientras ojeaba una revista.

Tranquilidad al fin.

Nico

Joder...

Prometo que no quería parecer pervertido ni nada por el estilo, pero ella era... Era... ¡Es tan perfecta!

La veo y me enamoro.

Me habla y me enamoro.

Me sonríe y me enamoro.

Canta y me desmayo.

Deseo volver a besarla, aunque fuera una última vez. A tenerla a mi lado y poder abrazarla y decirle que la quiero millones de veces al día.

Se tumbó junto a Annabeth y sus curvas brillaron ante el sol. Se giró hacia un lado y su cadera y trasero se reflejaron en mis ojos.

—¡Di Angelo! —me gritó Jason—. Pendiente del juego, venga. Vamos a empezar.

Percy sacó y Leo golpeó la pelota enviándola de nuevo a nuestro campo. Rescaté nuestro punto golpeando la pelota desde abajo. Frank era demasiado alto y nos la mandó sin que pudiéramos hacer nada. Se llevaron el punto.

Miré de casualidad a mi hermana y la encontré comentando el partido con todas las chicas.

—¡Qué bien se os da criticar! —les eché en cara.

El eco de las sombras || Nico di Angelo (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora